— ¿Ganaría algo con negarlo? —Poco común en él, una sonrisa cómplice se asomó por las comisuras de sus labios. Había pasado tiempo dese que había compartido con sus colegas, la verdad es que sí les había echado de menos. — i fueras un poco menos molesto, me alegraría quizás más de que estuvieras aquí.
— ¿Qué es eso que detecto en tu voz? —Le miró con ojos entrecerrados, fingiendo de una forma exagerada estar pensando, como si estuviese en pausa. — ¡No puede ser! ¿Acaso me extrañaste? Pero qué adorable te has vuelto. —Volvió a la normalidad entre risas. — De todos eres el menos insoportable. Heme aquí.
— Inigualablemente molesta. —Rodó los ojos, aunque no se apartó y por el contrario, buscó bajar un poco más su pierna para que el rubio estuviera más cómodo — Pudiste disimular un poco más la necesidad de querer verme.
— Me acomodo. — Se encogió de hombros como si nada, atreviendose incluso a reposar su cabeza encima de una de las piernas de aquel.— Volví. Volvimos. Existimos. ¿Qué más saludo deseas que mi inigualable presencia?
— ... ¿Qué crees que haces? —achinó la mirada, dejando la guitarra a un lado. Se apoyó en sus brazos y echó el cuerpo hacía atrás, enarcando una ceja— Ni siquiera te molestas en saludar, solo te apareces así de la nada.
— Descarado es mi segundo nombre. — Se recostó a un lado del contrario sin recato alguno. Llevaba en su mano una bolsa de frituras, la cual no dudó en abrir y comenzar a engullir.
