☀️ Hɪᴊᴀ ᴅᴇʟ Fᴜᴇɢᴏ - Sʀᴀ. ᴅᴇ ʟᴀꜱ Aʀᴇɴᴀꜱ ☀️ Bᴀᴛᴀʟʟᴀ - Dʀᴀᴍᴀ - Sᴏᴄɪᴀʟ ☀️
About Me About Me NotesThe Whiteboard is a place where people can send Gestures, Attributes, Images, Comments, and much more...
This page is a permanent link to the comment below. See all comments »
FifikaZingaresche · 26-30, F
-Tan inmersa en su propio odio estaba, que la presencia femenina la pasó por alto en un principio. Extraño para alguien que vivía atenta a lo que la rodeaba, pero hace tiempo había comenzado a perderse a si misma sin darse cuenta. ¿Cuándo había sido el quiebre?
Quiebre, ¿otro más? Solo el de la voz desconocida que la sacó de su trance violento. La mirada de Fifika hizo un vaivén repetido. Primero la observó a ella con una mirada propia de la desorientación. Se veía tan peculiar, enérgica, con iniciativa. De alguna forma pudo verse a si misma a través de aquellos ojos color sol, y eso era de temer. ¿Qué probabilidades había de que dos locas de soltura se encontraran en la misma porción de mundo? Retrocedió un paso, dos, sin siquiera escuchar lo que aquellos labios morenos reclamaban con énfasis a los presentes.
“ - ¿Qué carajos…? - “ Apenas abrió la boca para murmurar. Escuchar su propia voz nuevamente la avivó. Como un latigazo giró hacia los muchachos palidecidos por aquel escena que se había ido de las manos de todos. La sangre que escurría por el rostro de uno de ellos, lejos de darle satisfacción, la hizo sentir expuesta ante la testigo. Boquiabierta y con ojos desorbitados finalmente observó sus manos temblorosas, armadas con lo innecesario. Está bien, eran gajes (lo más similar a animales desde su perspectiva despectiva), pero el camino de la gitana no era matadero.
Y como a los ojos de cualquiera que no fuese Rom ella era pura estafa, agresión y delincuencia, no encontró plan más conveniente que el de huir. Mientras los regaños musicalizaban perfectamente sus intenciones, la gitana recuperó esa sonrisa pícara que la ponía en el papel que la sociedad le otorgaba a la fuerza. Palpó el bolso a medio abrir para meter el par de cuchillos nuevamente en su lugar mientras retrocedía a paso apresurado. Uno, travieso, cayó al suelo. Pero eso no le impidió girarse, para levantar la larga falda morada que cubría las piernas atléticas que la dieron en fuga.
“ - ¡NI SE LES OCURRA VOLVER A METERSE CONMIGO, CERDOS ESTÚPIDOS! ¡LA PRÓXIMA LES ROMPERÉ LAS PIERNAS! - “ Gritó con ánimos mientras se alejaba dando largas zancadas, algunas dolorosas por sus pies descalzos. Pero, ¿qué más podría hacer? ¿Quedarse a pedir perdón? ¿Golpear también a la mujer extrañamente similar a ella? Nah. Si hay algo que caracterizaba a la rom además de olvidar rápido sus errores, era su habilidad para salirse con la suya… Aunque debiese desaparecerse para ello. -
Quiebre, ¿otro más? Solo el de la voz desconocida que la sacó de su trance violento. La mirada de Fifika hizo un vaivén repetido. Primero la observó a ella con una mirada propia de la desorientación. Se veía tan peculiar, enérgica, con iniciativa. De alguna forma pudo verse a si misma a través de aquellos ojos color sol, y eso era de temer. ¿Qué probabilidades había de que dos locas de soltura se encontraran en la misma porción de mundo? Retrocedió un paso, dos, sin siquiera escuchar lo que aquellos labios morenos reclamaban con énfasis a los presentes.
“ - ¿Qué carajos…? - “ Apenas abrió la boca para murmurar. Escuchar su propia voz nuevamente la avivó. Como un latigazo giró hacia los muchachos palidecidos por aquel escena que se había ido de las manos de todos. La sangre que escurría por el rostro de uno de ellos, lejos de darle satisfacción, la hizo sentir expuesta ante la testigo. Boquiabierta y con ojos desorbitados finalmente observó sus manos temblorosas, armadas con lo innecesario. Está bien, eran gajes (lo más similar a animales desde su perspectiva despectiva), pero el camino de la gitana no era matadero.
Y como a los ojos de cualquiera que no fuese Rom ella era pura estafa, agresión y delincuencia, no encontró plan más conveniente que el de huir. Mientras los regaños musicalizaban perfectamente sus intenciones, la gitana recuperó esa sonrisa pícara que la ponía en el papel que la sociedad le otorgaba a la fuerza. Palpó el bolso a medio abrir para meter el par de cuchillos nuevamente en su lugar mientras retrocedía a paso apresurado. Uno, travieso, cayó al suelo. Pero eso no le impidió girarse, para levantar la larga falda morada que cubría las piernas atléticas que la dieron en fuga.
“ - ¡NI SE LES OCURRA VOLVER A METERSE CONMIGO, CERDOS ESTÚPIDOS! ¡LA PRÓXIMA LES ROMPERÉ LAS PIERNAS! - “ Gritó con ánimos mientras se alejaba dando largas zancadas, algunas dolorosas por sus pies descalzos. Pero, ¿qué más podría hacer? ¿Quedarse a pedir perdón? ¿Golpear también a la mujer extrañamente similar a ella? Nah. Si hay algo que caracterizaba a la rom además de olvidar rápido sus errores, era su habilidad para salirse con la suya… Aunque debiese desaparecerse para ello. -