*Había pasado un tiempo, el suficiente como para que su corazón se encontrara tranquilo. Pero a cada segundo, el recuerdo laceraba su ser. Como si la herida que tuviese no dejase de sangrar por más que las circunstancias lo quisieran. Conocía de sobra su pecado, el cual era para sus superiores una atrocidad, pero fueron tan misericordiosos por no haberle arrebatado la vida y tan crueles para no dejar que descansara de su tormento.
Aquella noche, decidió salir a caminar entre los mundos. Podía hacerlo, era la guardiana de los sellos, aunque por mas extraño que parezca, en ese sitio fue donde le encontró y a medida que avanzaba entre la luz y la oscuridad, los recuerdos se hicieron presentes. Se vio caminando, pensativa y dolorida.
En su mente figuraba el bello rostro de Elisa, la niña a la que debía de cuidar y acompañar en sus últimos días de vida, hasta que ellos se presentaran a juzgarle. En lugar de esperar la llegada de ambos ángeles, decidió salir de la casa y correr hasta aquel sitio. Y fue ahí donde le encontró. Lo recordó con lujo de detalle. Aquel joven alto, de tez pálida y ojos penetrantes que vestido con las ropas de los más altos mandos del infierno, delataba su procedencia, su clase y su rango. Creyó en un primer momento que no le vería, que la dejaría pasar de largo y continuar su camino, o quizás lo mejor sería que ahí mismo el Duque terminara con su vida. Después de todo sería castigada por su falta, lo sabia de sobra, conocía aquel ángel enjuiciador. Se mordió el labio inferior al tiempo que se acercaba al demonio, mismo que volviéndose hacia ella y la miro con severidad. No sintió miedo, ni mucho menos ganas de huir, vio reflejado en su rostro algo que le llamo la atención. Era la criatura más hermosa, se perdió en los ojos carmesís o en la sonrisa que se dibujo.
Se detuvo moviendo la cabeza, tratando de despejar su mente. El solo recordar la noche en que le conoció, hacia que su corazón se estrujara, que le doliera, bajo la cabeza melancólica y no pudo evitar derramar algunas lagrimas. Reanudo su marcha, hasta aquel árbol caído, cerca de uno de los espejos. Al llegar se llevo las manos al pecho, contemplando el lugar y suspiro. Se acerco por mera curiosidad, colocando la mano derecha sobre el tronco y observo el reflejo del infierno y el cielo en aquel lago*
Ha pasado tanto tiempo…y aun me duele, no puedo evitar sufrir al pensarte. Pero por más que trato de olvidarte, más te recuerdo…
*se dejo caer cerca del tronco sollozando, cubriéndose el rostro con las manos. Estaba llorando, no entendía porque había caminado hasta aquel lugar. Pero lo había hecho, esperaba quizás un milagro o darse cuenta que nunca volvería a verle. De esta forma, podría seguir con su camino y nuevo propósito, por más que le doliera*
