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E1579260 · F
Solo lo advertía.
/Bueno, tampoco es como si esa mujer asemejara mentir. La mirada regresó con Zeve una vez más, contemplándole por instantes, se le hacía curioso en cierto modo su actuar, o quizá solo era la misma Ekaterina que pensaba de más. Fue entonces que negó con la cabeza.
No tienes que agradecer, ya te lo dije, aunque consideraré volver a beber del té. Pedirte algo sería demasiado, es suficiente con el hecho de que viva en tu hogar, nademás, suelo comer mucha carne, esa puedo traerla por mi cuenta.
Oh cielo. No lo haría sin tu permiso, tranquila.
— Era sincera, conocía los límites y el respeto estaba siempre por delante, por muy curiosa que se sintiera con ella.
Volvió a beber de la taza, sólo un poco más hasta sentirse satisfecha. Después, entrelaza sus manos sobre la mesa.—
Gracias por compartir éste delicioso té conmigo, entonces. Cuando gustes, puedes pedirme más. O, tal vez otra cosa... Aún te estoy conociendo, debo saber qué sueles comer.
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/De momento, no haría demasiado, tan solo sería testigo del como aquella parecía tan entretenida con esa extremidad, asimismo, disfrutar del sabor que impregna su paladar de aquel té a mano, ese que tras terminarse, dejaría de vuelta la taza sobre la mesa. ¿La cola? No dejaba de seguir el movimiento de Zeve.
No necesitas agradecer por algo así.
/Finalizó recostándose sobre el asiento, moviendo la cabeza al costado hasta escucharlo crujir.
Haz lo que quieras, mientras no toques sin permiso.
— Desconocía si el movimiento de la cola era una reacción involuntaria, pero a la mujer le pareció adorable verla así en medio de caricias. Continuaba tocando en calma, quería guardar en su memoria los detalles de esa experiencia al tacto pero, tampoco quería incomodar a su invitada.
Zeve se fue a tocar la punta de la cola, ese final que frotó con el índice y el pulgar por varios segundos hasta que tuvo suficiente y la soltó. —
No quiero ser grosera tocando demasiado. Has sido muy amable conmigo, gracias Ekaterina. ♡
— Sonriente como siempre, asintió y mientras se colocaba el guante de regreso.—
A veces brindo mucha atención pero no es por algo negativo, todo lo contrario. Pero, mis ojos estarán en tu rostro a partir de ahora, te lo prometo.
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/Y Zeve no mentía, le disgustaba demasiada atención innecesaria, ahora no era una excepción. Aún así, suponía que podía dejárselo al menos una vez, ya que probablemente no vuelva a hacerlo. La cola perduró en un solo lugar por instantes, aunque se movía al compás de cada caricia.
Rara vez me ven de ese modo, supongo que es un buen cambio.
/Anunció, ante la admiración ajena. Esta vez apartó la mirada, su atención se centraría más en el alrededor, un sitio bastante calmado por lo que apreciaba.
Me disgusta, cierto. Así que, aprovecha al máximo la oportunidad que te estoy dando.
—La expresión de Ekaterina anunciaba que se negaría, pero para su sorpresa no fue así. Zeve esboza una sonrisa mientras se quita el guante derecho, uno de ese par púrpura que usaba casi todo el tiempo.—
Mejor así.
— Musita para sí misma, antes de que sus dedos se deslicen con la paciencia de una caricia por la cola. Probaba su textura, la temperatura, apreciando con la vista también, el color. Magnífica, pensó sin guardarse su agrado.—
Eres una criatura increíble. Oh disculpa, parece que no te gusta recibir mucha atención...
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/Los ojos se cerraron, una vez más la taza regresaría a los dedos para beber una vez más de ese té, sorpresivamente le había tomado un inesperado gusto. Asimismo, es imposible ignorar por completo la mirada ajena, algo que ya ha experimentado, aunque no sentía malicia proveniente de esa mujer.
Sí... También cambia de acuerdo a la situación.
/Poco después le dedica su mirada, el entrecejo estaba fruncido, pero no hizo más que suspirar al alzar los hombros.
Adelante.
— Con absoluto interés la castaña apoya la taza sobre el plato de porcelana, porque ya estaba concentrada en observar su cola. Ciertamente, se veía fascinante desde su perspectiva. Ese tipo de encanto curioso que invitan a tocar. ¿Cómo sería recibir un golpe de esa extremidad? —
Imagino que sí. Aunque, a veces no necesitas ir muy lejos para aprender.
—Cuidadosamente Zeve acerca la mano a ella. A todo ésto, su expresión cariñosa y alegre no desaparece del rostro.—
¿Me permites?
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Correcto.
/Tampoco es que tuviera algo más que aportar, aún así, la mirada y palabras han sido obvias en cierta perspectiva, por lo que la cola de Ekaterina sale, serpenteante y cuidadosa al momento de quedar por sobre la mesa.
Aprendes muchas cosas al vagar por el mundo.
No tienes que decir nada para satisfacerme, sólo siento curiosidad por ti. Entonces, tu cola.
— Decide reír, de labios apretados. Una mirada que se desvía desde el rostro de la mujer un poco más abajo, pero rápidamente regresa sin mirar esa parte de su cuerpo. Eso sería muy rudo.—
Nadie se va a esperar que los golpees con tu cola. Menos si sabes esconderla. Qué astuta. ♡

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