¿Quién podría soportar mis manías mejor que tú? Nadie. Tal vez siquiera yo misma, eres el complemento perfecto para un ser que no tiene nada de ello. Podría quedarme aquí por el resto de mis días y aún así no sería suficiente.
Asiente con la misma certeza y poco después procede a erguirse y ponerse de pie, echándose el cabello hacía atrás. — No ha ido tan mal. Ha pasado el tiempo... Café ya casi está viejo, Moka ya habla mucho mejor al fin, yo me convertí en una ama de casa y tú nos proteges... —y ríe con una gracia casi nostálgica. Yendo hacía la pequeña cocina para servirse una taza de té de menta (como siempre)— ¿Pensaste qué sería así alguna vez? —le mira desde la barra donde se apoya con ambos codos para sorber del té. — ¿Qué diría Rodia? —le causó curiosidad, recordaba al hombre con buen agrado y un tanto de afecto aun fuese muy breve su encuentro hace ya tanto. Sin embargo bien sabía que el hombre era una figura importante en la vida de Andi.
No sé. Ojalá. —Dijo con certeza, y con un poco de prudencia, de hecho, fue lo más peligroso posible para darse cuenta que existía la certeza de irse más lejos de lo posible— Es un día a la vez.
— Un día más... Otro más, y otro más... ¿Llegaremos a viejos acaso? —un beso acompaña la pregunta, es una divagación bastante esperanzada que aflora casi con gracia.
