Sonrió de costado con sólo escuchar aquello, estirándose un tanto antes de incorporarse y plantarse frente a él con ambas rodillas sobre el sillón, igualando su altura con ello— Nunca, nunca nos aburrimos. —secundó con ambas manos deslizándose por los hombros de Andi, atrayéndole en un abrazo que se coronó con un beso, breve pero significativo al finalmente asentir— Está bien, hagamoslo. Vas a tener que vestirte para la ocasión, quiero ver eso. —rió de sólo pensarlo, no con sorna, sino con un gusto anticipado que proyectó al echarle el cabello para atrás, despejándole el rostro; mordiéndose el labio inferior al reprimir su sonrisa— Pero corres el riesgo de que no te deje salir de casa tan fácilmente. —advirtió, riendo.