Kaalia. -Le quiso pedir al cielo que tuvieran piedad por él, por ella y por todos los demás, le faltaba el aliento en tanta ingenuidad propia sobre la rivalidad que tenía con el mundo, que incluso correteando los valles quizás jamás podrían escapar de la oscuridad que por eternidades (sus cortas vidas) volvería a mojarle los pies de quererlo, pero ahí estaban sus palabras en complicidad-

Pero tenemos que ser mejores personas, al menos por ellos, y por nosotros, por nosotros también. Hay que aprender a ser humanos, sí. -Quizás, por primera vez en su corta vida no se sentía verdaderamente solo en la ansiada búsqueda de la humanidad, promesa imposible que parecía ser igual de irreal para ella y para él, pero ahí será camino para su redención- ¿Es esa Moka en la ventana? Que carajos...

y celebres convicciones estoicas de su parte- No importa lo que pasó antes, no importa, no. -Se secó el rostro con la mano libre, dejando que su sequedad se ahogue en un nuevo suspiro, tenía mucho que procesar todavía.- No importa, tu eres quien eres y yo soy quien soy, pero lo que de verdad importa es quien seremos mañana, hacía donde...caminamos, eso, sí, hacía donde caminamos. -Claramente es que no existía ya una seguridad en un tema tan sensible, más aún con el hogar en vísperas, su pequeño y decrepitó lugar imbuido en el infierno rural más tosco ¿Cómo podían verle a la cara a una pequeña habiendo cometido tales atrocidades? Entre más lo pensaba, más le repugnaba, pero por otro lado era su prueba de que podían ser mejores, de que podían ser más de lo que juraban ser, quizás era hipocresía, pero de todos sus pecados nadie podría decir que este era el peor, era simplemente una alternativa que les prometería que en el fondo eran personas.-

Yo también mataría por ti y por ellos...

era distinto, ella estaba cincelada para ser una criatura que asesina a otras, que no tiene enemigos, tiene presas. Al menos así Andi lo veía, y si no había nacido con “la cosa” como él sí, ella era exactamente igual en muchos sentidos, carente de calidez, conoció a su padre como un espejismo, una farsa, un subterfugio total.

Entrenada para no sentir, terminó siendo ella misma quien se asoma de esas murallas que tanto otros han intentado hacer impenetrables, no dijo nada, solo le observó oyendo cada cosa que decía, pues no tenía respuestas que le valieran pues ni siquiera él podía asegurar que de algo servirían. Tampoco era una competencia de quien era más inhumano, porque en el fondo era justamente lo que querían evitar y eso al criminal le servía, le servía mucho.-

Yo si me doy cuenta, Kaalia. -Dijo con seguridad, con una que sus palabras no solían entonar sino en burla o en treta macabra, eran autenticas...

Yo no creo que no ganaste nada de ello, Kaalia. -Tenía los ojos húmedos, no le hizo falta el toque de su mano para darle atención, le oía, ahí estaba para ella desde que habían empezado a caminar, y claramente no se refería a “caminar” como ahora, sino a todo el camino que habían hecho juntos desde el momento que el destino los puso juntos, Andi no era una persona que pudiera abrirse para hablar, ni siquiera en momentos como este su mente no podía anhelar otra cosa que quizás ser más sabio, más listo, menos astuto y más empatico, pero entendió que quizás esas cosas se le iban de la mano. No podía entender la vida de Kaalia como una herramienta ajena de un gobierno, era una máquina de matar hecha y derecha, pero ahí estaba con él abriéndose y confesando como humana. Ella estaba alejada muchas veces de las personas, era en definitiva un monstruo que devoraba a otros, podía ser hermosa y perfecta, pero claramente no era una persona más, ni siquiera una sufrida como Jaco o Moka...

,parecía más una celda fría donde innumerables noches se sintió tan abandonada como un perro en el invierno más cruel, donde pasó de ser una infante frágil e ingenua a un arma que fungía a beneficio de terceros. Donde labró su vida en el conformismo de ser siempre el resultado de los errores de su padre y de su madre e incluso, pagar por ello a cambio de sentirse útil para su padre.

Se sentía ligera ahora, haber liberado tanto de vez en cuando le restaba presión al pecho, y sobre todo, culpas acumuladas.

iba con la sinceridad prendida al pecho, con la transparencia de sus anhelos en cada palabra, en cada fibra de su ser. Sólo con él podría abrir la coraza de su pasado, sólo con él podría admitirse quebrada o mancillada, porque sabía que él protegería sus heridas, tanto como lo hacía ella con él— Tal vez no te des cuenta, pero haz hecho demasiado para alguien que estaba destinada a perecer por cualquier absurda causa, alguien que vivía prendida a la aceptación de otra persona. A veces se vale creernos el haber hecho algo bien por al menos una vez en la vida. —la casa no estaba tan lejos ya, unos metros más y seguro hallarían a Café y a Moka pegados a la ventana, esperándolos, eso le traía confort, aún muchisimas veces se proyectara fastidiada, aún estaba aprendiendo a digerir la calidez que en su vida tanta falta le hizo. Ese calor familiar y dulce que abandonó en sus años más tiernos, y que juró nunca anhelar en el frío de lo que suponía ser su habitación en la organización,..

encima de mi. No preguntar y sólo acatar lo que fuese a darle un beneficio a la organización. Una vez entras, tu vida no te pertenece, eres de ellos, existes para ellos, vives por ellos y mueres por ellos. Todo lo hice por él... todo lo hice por darle a él un motivo para mirarme... Incluso cuando tuve que hacer cosas de las que no me siento orgullosa ahora. A quien ves ahora ante ti no es lo que fuí antes, Andi... Yo... —pausó, de pronto se sintió más pequeña, pero no desertó de su propia verdad, admitirse alguien con tan cuestionable moral no era del todo sencillo, no, porque de la mano iban asesinatos, acuerdos donde su cuerpo fue moneda de cambio o incluso el de alguien más bajo la manipulación para la que fue entrenada— Hice demasiadas cosas. Y las haría aún para proteger lo que tenemos ahora. Las haría todas y cada una de ellas si eso me permite sostener la vida que tú abriste para mí aquella noche cuando huimos de todo, mataría por ti y por mi. —le miró de nuevo,

tono decreció un tanto, miró al piso y pronto con el rostro ya en alto, retomó— La primera vez que lo ví... Me heló, quería abrazarlo, decirle cuanto lo necesitaba, cuanta falta me hizo, pero había un muro de hielo ante mi. Y mientras más lo miraba, más me dolía. Su mirada es fría, no encuentras más que desprecio en ella ¿es lo que un hijo debería sentir ante un padre? —cuestionó al aire, sabía que él tampoco podría responderle aquello, pero lo pensó en alto— Luego tomé el camino que me hiciera estar más cerca de él. Pero estaba sola, más sola que nunca, con personas rotas en todo sentido... Como Ronan, como tantos, Andi, no te imaginas la clase de gente que había ahí... Sus historias eran como la de una película, o una pesadilla. Era difícil sobrevivir entre depredadores. Yo sólo anhelaba a mi padre... Fui entrenada para no ceder a emociones, para no cuestionar la voluntad de quienes estaban por...

frente a ti, no me hagas ser la única llorona aquí. —rió tan sólo, apegando el costado de su cabeza en el hombro de Andi, manteniéndose cerca de él— Quizá tú hiciste mejor las cosas que yo ¿Sabes? Dejaste que el flujo corriera y ya. Viviste la vida que te tocó... Pero yo no. —le había hablado de su pasado, sí, pero nunca en profundidad. Así que se relamió los labios y dió un buen respiro antes de continuar— Era muy pequeña cuando papá se fue. Nunca supe el porqué, pero siempre lo esperé. Crecí creyendo que él no volvía por trabajo, hasta que fue insostenible para mi madre el seguir mintiendo. —negó con el rostro, ahora es que sentía la necesidad de un cigarrillo, pero no traía ni uno, mala jugada— Me dijo la verdad y no fue mejor... Exigí verlo, exigí ver a un hombre que dirige una organización de asesinos. Suena absurdo. —admite con una gracia más falsa, más bien resignada— Busqué dónde no debía, dónde no había nada. Y eso obtuve, Andi, nada. —el...

que se paralizaba cuando sentía que Moka se apegaba a ella. Que se frustraba por no llegar a sentir empatía para con otro que no fueran Andi o ella misma, porque no funcionaba igual, fue entrenada para todo aquello desterrar. Era como una cría sin fibra social, orillada a convivir, a aceptarse vulnerable y sobre todo, a sentir apego por su entorno— Somos una familia, de eso no tengo duda, lo somos... Tenemos un perro, una cría a la cual cuidar ahora, y un Jaco —y rió, hasta Jaco era parte de ese núcleo que funcionaba como una locomotora roída en las vías de una vida incierta, siempre delante sin freno.
Entonces inspiró profundo y suspiró con férreas ganas, ahí, en medio del oscuro camino que a casa les guiaba. No había nada ni nadie que les escuchara, y eso le hacía bien, era como resumir el mundo entero a la unión de sus manos, al sonido de la tierra bajo los pies cansados.— Puedes llorar, te escucharé, te abrazaré y seguiremos adelante. Yo he llorado frente a ...