Lento. Los días transcurrían con lentitud tortuosa, como si lo minutos se colgaran de la sombra que había dejado lo ocurrido. El departamento aún daba testigo del suceso: La sangre dispersa sobre el piso hablaba de un hecho trágico y violento, los fragmentos de un florero roto permanecían ahí tanto como las marcas en los nudillos de Kaalia. Había hinchazón y escozor en las heridas abiertas, en su rostro magullado por los golpes y en su cuerpo. Apenas habían pasado dos días desde la última vez que lo vio, y su último encuentro fue tan intenso como frágil, pues entre golpes y gritos las (..
pómulos. Su mirada vacilaba en el piso, a momentos desviándola a un costado, no contaba con ese lazo de confianza necesario, pues el hecho de no haber obtenido respuesta a un gesto tan sincero y necesitado como su abrazo, le hirió muy en el fondo. Entonces se halló observando la sangre en el piso, los fragmentos del florero roto y demás, sería imposible no notar semejante desastre en plena estancia, considerando además que el sitio no era tan amplio, así que carraspeó, volviendo la mirada hasta él por fin— Pensé que no volverías. —dijo aquello con el tono sosegado, como una confesión muy íntima, pues de cierta forma lo era al dejar en claro su vulnerabilidad en su ausencia y el temor que sintió. Para ese punto no se acercó más, permaneció a un costado de la puerta simplemente— Aquel día... Yo... —pasó saliva, la garganta se le cerró en una mala jugada a causa de las emociones acumuladas, del recuerdo y sobre todo, el arrepentimiento— Todo lo que dije... —negó con el rostro, (...)
