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Lento. Los días transcurrían con lentitud tortuosa, como si lo minutos se colgaran de la sombra que había dejado lo ocurrido.
El departamento aún daba testigo del suceso: La sangre dispersa sobre el piso hablaba de un hecho trágico y violento, los fragmentos de un florero roto permanecían ahí tanto como las marcas en los nudillos de Kaalia.
Había hinchazón y escozor en las heridas abiertas, en su rostro magullado por los golpes y en su cuerpo.
Apenas habían pasado dos días desde la última vez que lo vio, y su último encuentro fue tan intenso como frágil, pues entre golpes y gritos las (..
 
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xKaalia · 31-35, F
En inicio se quedó quieta, ahí, aferrada al único motivo que le mantenía de pie en esos momentos: Él, pues muy a pesar de todo lo acontecido, tenerlo cerca era como un relajante que aminoraba el dolor arraigado en su pecho, le traía paz de una forma ambigua, quizá ilógica para ojos ajenos. Eran sus manos las que canalizaban todo el sentir que con ella cargaba, sujetándose de la ropa de Andi sin importarle donde estaban, si la vecina veía o si estaba siendo imprudente; pero bien aceptó la indicación, inusualmente dócil a diferencia de aquel día donde sus puños habían mancillado el rostro de Andi, donde su mirada drenaba coraje, furia y frialdad— ... —no decía nada, no aún. Sólo le soltó y entró, cerrando la puerta apenas él entrara junto al perro que aprovechó para olfatear en torno a ambos, sereno, pero atento, incluso emitió un pequeño chillido.

Kaalia se acomodó el cabello tras las orejas, con poco éxito, pues lo corto de éstas las hacia volver al frente, rozando sus(...)
 
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