— ¿Ah?... No me he asustado. —respondió girándose apenas un tanto, soslayada hacia el chico— Sólo me ha tomado por sorpresa, no es muy normal que alguien salte de pronto a decirte algo así ¿Sabes? —sonreía con gracia, alzando un tanto las cejas para darle peso a su explicación. Aunque bien era una pequeña mentira, sus ojos eran un llamativo constante, de un azul intenso y profundo— Son herencia de mi padre, aunque los de él son más hermosos.
No pretendía asustarle, pero al parecer terminó por hacerlo sin ser su propósito. Observó a sus alrededores al resto de las personas y elevó ambas manos haciendo una ademán para tranquilizarles.
—No os preocupéis, no sucede nada, todo está bien con ésta dama.—
Después regresó con la chica a la que refería.
—Lo siento, no pretendía asustarte.—Susurró. —No pude evitar ver tus ojos, ¿os asusté demasiado?—
— ... ¿Gracias? —rió por mero acto reflejo, la espontaneidad de aquel chico le tomó por total sorpresa, pues estaba formada para comprar un postre en un puestecillo sobre la acera de la calle. El grito de éste había llamado la atención de algunas personas formadas también— Shhh. —emitió, riendo bajo aún al girarse nuevamente al frente y avanzar un tanto.
