Rió con un atisbo de ironía en su gesto, negando al tiempo con el rostro— Es demasiado tarde para echarse a correr. —le acarició el cabello. Su mirada era profunda, tanto o más que su sentir— Ya no puedo huir de ti, de lo que también significas para mi. Alguna vez dijiste que los problemas siempre me perseguirán ¿Cierto? —alzó un tanto los hombros— Ya no hay vuelta atrás.

Quedó en silencio, claro, lo que escuchaba le dejaba sin algo que decir, al menos no instantáneamente. Sólo veía sus ojos, las ojeras gritando el cansancio y su gesto al momento; Kaalia no era buena con las demostraciones de afecto antes, había aprendido de alguna manera con él desde que había dejado a los Vipers, así que presionó los labios y asintió muy quedo, sin soltarle aún— Puedes quedarte, quiero que te quedes. —exhaló bajo, pasando las manos ahora a la nuca ajena— No tenemos que usar máscaras entre nosotros, Andi, no hay razón para ello ¿Qué sentido tendría aparentar ser algo más mientras estamos aquí y ahora? Si un día alguno de los dos no vuelve ¿Querrías haberte quedado con una imagen falsa como recuerdo? Yo no, no quiero ni puedo, lo que soy, lo que he sido, está aquí justo ahora frente a ti, quiero lo mismo de ti ¿Crees que huiré si veo lo que hay realmente en ti?

Claro que me quedare aquí esta noche...si me das una chance. -Sintió sus dedos en su piel, estaba fría como siempre pero a su vez, era ese frió tan conocido lo que le reconfortaba.- Solo necesito una chance, verdaderamente para demostrarte lo que eres para mi ¿Entiendes? -Parecía que desvariaba, pero bajo sus cansados ojos en la noche que se acercaba se podía ver un poco del perpetuo resquemor de su vida perdida.- A veces siento que no puedo usar la mascara que uso ahí afuera contigo, y no puedo evitar que me sentiría mas cómoda si pudiera hacer como siempre.

No entendía, no lograba hallarle razón a su necesidad, a su apego, porque no era sólo gratitud por haberla salvado aquella noche, era algo más ¿Cariño? ¿Amor, quizá? Brotaba con naturaleza y sin medida con tenerlo cerca. Por ello sus manos se aferraron a él en su abrazo, y su rostro permaneció oculto en su pecho por unos momentos más antes de alzarlo y llevar su mirada a la ajena con las cejas un tanto alzadas de mera sensibilidad— Si tú lo dices, yo lo creeré. Aún la muerte nos persiga cada noche... —murmuró, ahora deslizando las manos hasta llegar al rostro de Andi, pasando los pulgares por sus pómulos en una caricia mustia que terminó por sostenerle de esa manera, buscando de lleno su atención— Te quedarás ésta noche ¿cierto? —el viento alborotaba un tanto sus rubias hebras, hacia tiempo que no las teñía de nuevo, notándose el crecimiento negro de éstas en su coronilla. No había más frío ni inquietud, no bajo un cielo estrellado junto a él.

-Trago saliva, claro que lo hizo. Kaalia era como un flor de esas que estaban llenas a tope de espinas, y una armada con mas que actitud. No pudo pensar otra cosa que de verdad un día le dispararía, y el se lo merecía. Aunque nadie premiaba su esfuerzo, eso es lo que pensaba después de todo lo demás, y por mas que sea una mentira el la creia, no esperaba que Kaalia hiciera lo mismo. Le encontro calida, como era ella con el, en el fondo le amaba era obvio por mas que fuera un dolor de cabeza para la rusa. Andi la comforto, como solian hacer cuando todo era una mierda (siempre).- Lo entiendo. -Afirmo, mientras apoyaba su menton en su cabeza, sus ojos observaban por el balcon a lo lejos las luces de la ciudad, todas ellas brillaban para ellos esta noche. La sonrisa se dibujo en sus labios.- A veces me olvido que juntos somos invencibles.

El silencio imperó por unos segundos tras escucharlo, había verdad en sus palabras, podría llegar el día en que ella no abriera más, no por voluntad, sino por un hecho trágico que a diario colgaba de su espalda: Los Vipers.
A pesar de esto, la carga del revolver se hizo escuchar, era un Ruger corto; al tiempo su mirada se mostraba aún fría, cual esquirlas de hielo puro muy a pesar del calor que añoraba de él. Aún así no le negó la cercanía frente a frente, sólo para jalar del gatillo: El sonido del arma fue seco, no había bala alguna, la carga estaba vacía— ... Si ese día llega, no será porque yo no desee abrir. —deslizó el revolver entre ambos, dejándolo caer al piso para finalmente abrazarlo, refugiando el rostro en su pecho en una actitud visceral y opuesta a esa que estaría dispuesta a dispararle— No me hagas esto, Andi. No te pido que estés aquí a diario, tampoco que me digas todo lo que haces, sólo déjame saber que estás vivo al menos, que volverás... Sólo eso.

-El beso le reconforto, como siempre tras días de no verse. Andi inicialmente dejaban que sus labios se unieran, y luego permitía que ambas lenguas se reencontraran, mantuvo sus ojos cerrados totalmente abstraído y distraído en el cariño de su chica, y no espero otra cosa al sentir el frió acero en su mentón- Si..merezco que jales el gatillo la verdad ¿Que puedo decir? -No sonreia, estaba igual de serio, apoyando su frente contra la contraria.- Si tu temes que yo no regrese, yo temo que algun dia no me abras la puerta.

Mientras él dejó el sombrero y se acercó, ella dio una nueva calada al cigarro, desprendiéndole con un par de toques la ceniza a un costado cuando fue abrazada; no se opuso, mas no respondió al gesto, no de momento, pues su mirada permaneció fija a él, comunicándole con ello su "enfado", nada nuevo ni novedoso— Tú tienes la solución a eso —respondió tras soltar el humo lentamente, tanto como el adelantar de su rostro hacia él, buscándole los labios hasta besarlo, no con tiento ni calma, pues incluso tiró del labio inferior por unos segundos hasta liberarlo y consentirle con su lengua al besarlo— Sabes donde encontrarme... —para ese punto el beso decreció y tiró el cigarrillo sin más, ubicando ahora la mano libre tras la nuca de Andi, enredándose en sus cabellos al sacar el arma del bolsillo y llevar el frío de ésta debajo del mentón ajeno, apartando escasamente el rostro de él para verle nuevamente— ¿Sabes el miedo que siento cuándo desapareces así?

¿Mexicanos, por que lo dices? -Se percato un poco tarde, hasta que vio el sombrero.- No se como aparecio eso ahi...la verdad. -Dijo retirandoselo y bajándolo hasta la altura de sus rodillas.- ¿Que tienes ahi, preciosa? -Menciono, acercándose a ella, buscaba evadir la discusión como siempre, abrazándola desde la cintura.- Te he extrañado mucho, las noches se hacen largas sin ti.

El humo del cigarrillo nació una vez le encendió y caló, dándose esos segundos de silencio para observarlo, detallando su peculiar sombrero— ¿Ahora trabajas con mexicanos? —habló al soltar el humo, llevando la diestra al bolsillo, acariciando el dorso de su arma con inquietud por los días de angustia al no saber de él— Ni una sola llamada o mensaje, Andissiel. —es un enojo casi maternal el que siente.