— De esa forma será nuestra... Sólo nuestra. Será alguien, y nos dará un propósito. —sus cejas se curvaron en un gesto conmovido, recargó la bicicleta contra la reja y enfocó toda su atención en él, mirándole a los ojos— Usaré mi apellido real al fin. Lo haré por ella, por ti y por mi.
— ... —a pesar de que él lo decía con semejante naturalidad, para ella suponía un sentir agudo en el pecho el hecho de que no tuviera un apellido. Aunque nunca le había importado en lo absoluto, no le era más o menos el compromiso que con él tenía.
Así, aligeró el ritmo, su mirada descendió al piso donde se perdía escuchándolo, pensando... Eso hasta que le presionó los dedos con los propios, un gesto de complicidad implícita.— No me molestaría casarme contigo. —dijo, alzó el rostro y le miró. El nuevo departamento no era tan amplio como el anterior, pero valía para estar, al menos les habían dejado tener mascotas y a la niña.
Y ahí estaba, en un viejo edificio con varios departamentos, no lucía tan mal después de todo— Hagámoslo. —le instó, y se detuvo cuando al fin estaban frente a la puerta enrrejada— Arreglemos tus papeles para darte un apellido, casemonos y demosle nombre y apellido a Moka, una familia. No merece ser como nosotros.
Yo no tengo apellido, Kaalia. No tengo papeles reales. –Dijo con naturalidad, la realidad era sencilla: Andissiel era huérfano y la mala vida era su familia. Kaalia era su familia, si tenían que darle un apellido sería el de ella, el que adoptó como talismán para esconderse. Para ser dos repartidores de Rappi, había demasiado ideal de superación entre ellos. Era la primera vez que Andissiel trabajaba en algo completamente legítimo ¿Cuánto iba a durarle? No sabía, pero por lo menos lo intentaba. Negó con irreverencia, pero al final del día era lo que les unía: Intentar. Optó por seguir el rumbo con ella, por esa calle estrecha mientras tenían unos minutos libres— Si nos casamos solo será un papel el que nos une, pero quizás debamos formalizar todo para con la niña.
Entrelazó sus dedos con los de él, el andar era calmo pero seguro y en ese ritmo se sentía relajada. Le dolían un tanto las pantorrillas y el trasero, además comenzaba ya a nublar, parecía anunciarse una pronta lluvia— Mh... ¿Le darás tu apellido o yo le daré el mío? Puedo usar mi verdadero apellido ruso con ella. Creo que en este punto mi vida ya no es relevante para la organización o mi país. —dijo con cierto aire de divagación— ¿O vas a pedirme matrimonio y seremos una familia feliz? —rió y le dio un pequeño toque con su cabeza al hombro, casi que pierde el equilibrio de la bicicleta en su otra mano pero lo resolvió— ¿Qué crees que sea lo adecuado? ... Mierda, jamás pensé tener ésta clase de charlas, decidir el futuro de alguien más y su por venir, vaya giros de la vida. —aún reía entre palabras, dando finalmente un buen respiro. La casa al fin estaba cerca.
—Lo sé, lo sé...—respondió con tranquilidad, pero la verdad es que la idea de que sea "solo por hoy". Solo por hoy, al mismo tiempo esbozó una sonrisa propia de él. Se acercó a la mujer para llevarla consigo con la mano. Le gustaba verla así, tan humana, tan normal para su propia felicidad. Afirmó con una chance nada más de alegría en sus míseras vidas. Andissiel re-pensó las cosas que ella impartía, y como siempre, buscaba las soluciones adecuadas para la vida en marginalidad en la que les tocaba existir. De un momento al otro, le tocaba ornamentar la situación— Quizás debamos entonces darle un apellido, hacer sus papeles ¿sabes? O no van a aceptarla en ningún sitio. Y sí, ella merece vivir bien, tener sus mierdas acomodadas, no como nosotros. Tiene que tener un futuro.
— Vamos... Sólo estamos mudando de piel, como una serpiente. Todo pasará y quizá mañana tengamos sangre en las manos de nuevo, un rincón roído y una mocosa pidiendo comida junto a un perro llorón. Pero por hoy... Esto está bien. No me molesta la calma, Andi. —dijo en una exhalación al final, por ahora no estaba el impulso hostil que anida en su pecho. Sus ojos usualmente fríos hoy vibraban con buen ánimo, quizá por el ejercicio que suponía andar por media ciudad en bici. Estaba agotada, sí, pero estaba bien, al menos podía andar libremente por aquí y por allá, como cualquier otra persona— Creo que deberíamos llevar a la escuela a Moka, no sé... Buscar a alguien de tus contactos que nos ayude con papeles de identidad, yo que sé, la cría parece nuestra mascota y creo que debería hacer algo más por ella. Lo último sería dejarla en un orfanato o algo así.
¿Hooonrada? No sé, solo es temporal. Al menos uno tiene buen estado físico, es la primera vez que trabajo así...–Hizo una mueca, más no necesariamente de disgusto. Intuía que era temporal, pero aún así no cesaba su herida en el orgullo de criminal organizado al que aspiraba– Aja, no estamos para líos. En eso tienes razón.
— Cualquier cosa viene bien mientras sea honrada y ponga un plato de comida sobre nuestra mesa ¿No? —le da un pequeño golpe sobre el brazo, amistoso, cómplice— Preferiría eso que meternos en un jodido lío otra vez. La ciudad nos ha dado piedad luego de tanto, el campo al fin nos escupió de vuelta.
