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Andissiel · 26-30, M
Le estaba poniendo a prueba, como si por momentos dudará que Andi estuviera a la altura de su veneno. La miraba, la miraba intentando demostrarle que su veneno le pertenecía al igual que sus caderas, que sus pechos, que sus gemidos, que todo era porque él era el indicado. Se notaba en sus ojos perdidos que estaba totalmente envuelto en la tragedia de darle placer, Andissiel la siente sobre su pecho, manos que armadas de garras desgarran el delgaducho pecho que le pertenece, así los tatuajes y las heridas le hacen entender, otras nuevas se erguirán como recuerdo de estó.
Mientras, que sea su cadera la que no le de piedad, sentía como se adentraba por completo, Andi subía levemente sus largas piernas para contraerlas hasta casi unir sus talones con los femorales, quedando alzadas sus pantorrillas y dejando que sean sus muslos por encima de las rodillas los que puedan detener las nalgas de ella, impidiéndole en todo momento que se separase mucho de él y que no cometa el "delito".
Mientras, que sea su cadera la que no le de piedad, sentía como se adentraba por completo, Andi subía levemente sus largas piernas para contraerlas hasta casi unir sus talones con los femorales, quedando alzadas sus pantorrillas y dejando que sean sus muslos por encima de las rodillas los que puedan detener las nalgas de ella, impidiéndole en todo momento que se separase mucho de él y que no cometa el "delito".
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