—Creo que tu eres demasiado inocente al pensar de esa forma. — respondió sincero, aunque al principio siempre se trataba de contener con sus comentarios tan secos y directos, al menos con ella. Era una necesidad constante dentro de él. —Mathias solo hace su trabajo, es uno de nosotros, mas viejo y lento. — bromeó con intenso sarcasmo, que no lo fuera a escuchar su superior porque seguramente pasaría vario días en el pozo. —A mi me haces feliz tú. ¿Eso cuenta? — le dedicó una mirada de perro, grandes ojos, cejas caídas y un sentimiento que él también desconoce. Ronan puede fingir ser estúpido o idiota pero no lo es. Termino con la venda de sus manos y la abrazo de los hombros, le dio pequeñas mordidas en el menton simulando que le hacia cosquillas.
Sus ojos se hallaban atentos a sus nudillos, a la acción que él desempeñaba sobre estos, menguando el dolor y ardor de sus heridas con ello— M-Mh... —negó con el rostro ante la pregunta. Tenía la cabeza agachada y el velo de su flequillo ocultaba su mirada ahora, apenas y encogiéndose cuando él mordió su hombro— ¿Crees que Mathias es malo? —soltó de pronto ya reservándose las manos contra el pecho, inmóvil en su sitio, ese cuarto frío que se limitaba a servir como refugio luego de cada entrenamiento— A veces... Cuando me mira y me hace daño, creo que lo disfruta ¿sabes?... A algunos les hace feliz el sol, otra persona o incluso una mascota, pero Mathias, creo que él es feliz hiriendo a los demás. —presionó los labios, había un secreto que guardaba en sus adentros. Mathias no sólo era cruel en los entrenamientos, lo era cuando la puerta se cerraba y no había nadie más para salvarla de ello.
Desde que llegó Kaalia fue como un nuevo aire para él, acostumbrado a lo mismo ella era esa "normalidad " que le faltaba a su vida, esa luz de una vela que se baila cuando mucho viento pero resiste en noches de tormenta. Despierta sus emociones y lucha contra si mismo para mantenerlas en el pozo al que pertenecen. —Para eso estoy princesa.— le guiño el ojo cómplice de sus caprichos y alegrías, era todo lo que tenían. Sentía que le picaban el corazón con Miles de aguas cuando la veía así, tan distinta a la primera vez que la vio. Como un pequeño cachorro en busca de refugio todavía rosado y gordito. —Yo me sentiría muy solo. Pero hey ¿Crees que yo permitirá que te suceda algo? Jamás. — admitió entre risas nerviosas, había puesto una crema en sus nudillos a los luego fue vendando por encima con unas gasas. Bajo un poco más a morder le el hombro en un gesto suave y cariñoso a su manera.
Su mirada estaba apagada, vacía, era como ver al fondo de un pozo sin fin, oscuro y denso. O como tratar de ver a través del mar en la más densa noche, era como si parte de si misma se estuviese sepultando día a día. Sin embargo lo que dijo Ronan le devolvió la vida a cuentagotas, al punto de abrir poco más los ojos y entreabrir los labios por mera incredulidad. Era lastimero su dulce sentir, esa falsa sensación de alegría que le agita el corazón con sólo pensar que su padre siente algo por ella.
— Gracias... Ronan. —musitó, muy bajo. Doliendose en silencio por la atención a sus heridas, aún sentía el dolor y eso ya era ganancia, según pensaba. — ¿Te importaría a ti si yo muero? —dijo cuando el beso a su sien llegó, era una cría con dudas en la superficie, con curiosidad genuina en la penumbra de su presente y un futuro incierto.
—Solo hoy? Esto no ha sido lo más peligroso que hemos hecho. Para mí fue un día más en la cadena alimenticia. Nosotros obviamente por ahora estamos arriba hahá. — prefiere reírse y burlarse, pero entiende el pensamiento de Kaalia. Se acerca entonces y toma una de sus manos para frotar una gasa sobre las heridas de esta. —El jefe se puso renuente cuando llegaste, y eso no lo hace con nadie. Nadie. Ese para mí ya es un indicio de que significas algo más para él que un simple peón o un perro como yo. — le sonrió de esa forma estúpida y tonta, que tiene un dejé infantil e incluso tierno. Le beso la sien aprovechando la cercania aunque tuviera que inclinarse un poco.
Miró sus manos, habían heridas superficiales en sus dedos, sobre todo en los nudillos de su mano derecha. Había enjuagado éstas y la sangre yacía dispersa en el lavabo— Hoy tuve miedo de morir. —lo que pudo ser cualquier comentario hoy fue una confesión, un pequeño vestigio de vulnerabilidad no permitido, y de hecho, castigado si lo hubiese dicho frente a Mathias, pero con Ronan... Con él podía— Pero sólo pensé en lo vergonzoso que eso sería para mi padre. Crees... ¿crees que a él le importaría si muero? —le miró desde el reflejo del espejo presionando los labios, no sabía si la respuesta sería lo que realmente quería escuchar.
—Supongo que cuando era un crío, pero después todo se volvió una danza romántica con la muerte .— La observó desde el umbral de la puerta, amaba y odia lo que ve, sólo es una consecuencia de las decisiones de la princesa.
