del Hospital, Mandy, quien estaba enferma y requería su medicamento: Insulina. — Necesita un Doctor—. soltó en un arranque más, uno de preocupación por el estado de la joven de cabellos castaños a quien tomó por los hombros a fin de darle tranquilidad, aunque lo único que halló por parte de aquellas personas fue una mirada indiferente, incluso risas bajas y socarronas.
el último comentario, supo que debía aguantar, que no había sobrevivido por nada y que después de tanto tiempo podría ver de nuevo a los suyos: Su hermana, Rick, Carl, Judith, Daryl y demás... O al menos quienes siguieran con vida y agrupados. Por ello, retomó el andar con firmeza al dar un profundo respiro, mirando de reojo a algunos del Hospital que también habían sido tomados a la fuerza, pues aquellos que se resistieron habían muerto de la peor forma.
Luego de un rato y un largo camino, la noche había comenzado a caer y el gran grupo de Salvadores no sólo se dobló en cantidad, eran más de los que hubiese pensado, grupo que recibió a su líder con un respeto e intimidación increíble, hombres y mujeres de rostros malencarados y posturas altaneras bien armados. Tembló, el frío era tal que al exhalar, el vaho de su aliento fue visible; y con los ojos bien abiertos se dedicó a examinar, buscando un rostro conocido al menos... Pero nada, aún nada. Entonces notó a una de las chicas..
Sentía el cuerpo vibrar por una mezcla de miedo, nervios e incertidumbre ante ese nuevo destino que se plantaba frente a ella de la forma más inesperada posible; ya era un suplicio sobrevivir a los maltratos y trabajo forzado por parte de Dawn y el resto del Hospital Grady Memorial como para tener que soportar el escozor de la impotencia en todo su cuerpo, y es que había escuchado el nombre de Rick y Daryl entre la platica de algunos hombres que iban con Negan; había un nombre más: Alexandria, aquello no lo reconocía en absoluto. No obstante, algo que sí reconoció fue algo sobre un "chico koreano", refiriéndose a él por haberlo molido con "Lucille" Esa era la razón por la que ahora estaba ahí, caminando a orden y placer de aquel hombre, pues se había exaltado al escuchar aquello.
Apenas sintió el toque a su espalda un escalofrío le recorrió de pies a cabeza, haciéndola tensar los hombros y dar un traspie al frente. Estaba agotada, física y emocionalmente, aunque de sólo escuchar...
[...] Y quien osara contradecirlo, simple y llanamente terminaría con los pinchos de Lucille encarnados en el cráneo; y si estaba de humor piadoso, con la cara chiclosa y carcomida por el acero vivo de la plancha de torturas.
Andaba con el ritmo de alguien que vivía en plenitud y absoluta conciencia de saberse poderoso y temido; en todo momento sonreía, gesticulaba (predominantemente mordiéndose la punta de la lengua y sonriendo socarronamente). Daba igual el momento o su acción, pues siempre daba la impresión de tener un excelente humor. Siempre podía haber una excusa perfecta para inducir al temor de sus herramientas humanas.
Te agradará ver un par de rostros conocidos.
Y habiendo sentenciado lo último, una tétrica y maliciosa carcajada de su parte hizo eco entre los abetos, mientras caminaba.
Considerando concluido aquél momento de pausa, decidió que era momento de reanudar el recorrido a pie hasta el sitio erigido por los Salvadores en torno a aquel hospital donde encontró a la joven Green. Casi medio bosque abarcado en busca de algunas pistas de sobrevivientes y no tuvieron éxito; al menos había funcionado para conocer los puntos débiles de la niña.
Con la base de Lucille, penosamente desgastada por el uso pero bien cuidada para los años que llevaba siendo su compañera, fue que empujó a la rubia por la espalda; no para hacerla caer, no para herirla. "Solamente" para que espabilara y siguiera el paso. Le regocijaba (y nadie entendería cuánto), la forma en que todos bajaban la mirada ante él. Con ello se reafirmaba su papel dominante ante cualquiera. [...]
-Sintió que el aire se volvía denso de pronto, esa sonrisa en aquel hombre sacaba a flote sus peores temores, mostrándolos en sus ojos, esos tan azules como transparentes en sus emociones al pensar en su ahora Familia de esa manera- ... -Estuvo a punto de refutar, pero supo que decir más sería perjudicial, por lo cual simplemente bajó la mirada, manteniendo los puños tensos.-
-En todo el tiempo que la rubia habló, aquél sonreía de manera infame, socarrona, como si mirara todo menos la ira contenida de una joven. Esto le sabía a un placentero juego de poder en el que él estaba en la cima de la pirámide y miraba a sus peones desde allí.- Esto es conmovedor... Me encantará ver tu rostro al ver a tus camaradas convertidos en máquinas de trabajo. Sucios e inmundos como perros a su suerte.
-Guardó silencio al apretar sus delicados puños a los costados de su cadera, sintiendo su pulso acelerar por el cúmulo de emociones que sintió en ese momento.- ... Lo era. -Dijo indignada- Lo fue y lo será, sin importar nada.
TODOS son un objeto. ¿Acaso no sabes cómo tu querido cuñado quedó reducido a una masa grumosa y roja? No apostarías a que esa papilla era un ser humano, ¿eh? -Tuerce los labios de forma desagradable al concentrar su malicia en una sonrisa.-
