[code]En otros tiempos habría apartado su mano apenas sentirla presa de la ajena, como un ciervo asustado que apenas daba un paso al frente y alertaba el peligro, se volvía de un salto hacía atrás, buscando la mejor manera de huir. Pero ahora... Ese tacto le sabía a gloria, una bastante confusa para terceros, pero que para ella era como la cura de un mal fatal: Su ausencia.
Pronto se halló embelesada, por su gesto férreo, su voz grave y el ligero cosquilleo que le producía esa barba sobre su mano, la misma que luego era consentida con un beso, un beso que trajo consigo un punzón agudo sobre su pecho, mismo que culminó en la boca de su estómago ante el recuerdo de un momento clave, era tan lúcido y vivido que por un instante se transportó a ese instante en el Santuario:

❝¿Te atemorizo, Beth? Pequeña Beth, no eres consciente del poder que tienes sobre mí.❞

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