[code],siguiéndole su frente que no demoró en apoyarse contra el frío metal pues las palabras eran complicadas para ella en ese momento- Debo ser la mayor de las idiotas posiblemente... Todas querían huir de ti en aquel entonces, querían verte muerto, y yo ¿Yo? -Rió resignada, alzando de nuevo su rostro para mirarle con aquel par de ojos azules aún delicados y dulces, tan transparentes como para dejar ver su alma, literalmente.- No tengo obligación alguna contigo, no estoy obedeciendo ninguna orden o siendo amenazada para estar aquí. -Pausó, frunciendo sus cejas un poco- Pensé que ibas a morir... Y tuve mucho miedo, dolor, angustia... No quiero ni espero que lo entiendas, maldición... No sé que es lo que espero realmente, sólo sé que estos barrotes no me van a impedir estar cerca de ti, a menos que seas tú quién lo haga. -La vergüenza de su confesión iba de la mano con el vibrante fulgor determinado de su mirada, de sus labios húmedos por el relamer continuo que fomentaba[/code]