—¡Te encontré! Hola Abel perdona por no haber venido antes.— Ha ella llegaron ciertos rumores de todo lo que su amigo estaba pasando, así que no tubo ningún impedimento para poder ir a verle. Regresandole la sonrisa cerro la puerta tras de ella, al menos nadie la había seguido y si lo hacían seguro se llevarían una sorpresa nada grata con uno de las Escolopendras de su padre.

— Me alegra tanto verte, se rumorea entre los sueños que has estado ocupado.— Bastaron unos cuantos pasos para quedar frente a el y tal cual como cuando era una infante se agacho quedando en cuclillas y abrazando sus piernas.