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vmelina · F
— Aún si jamás te lo hubiera dicho, Natasha. Tú lo hubieras intuido y entendido; está en tu genes ser una sobreviviente. Y sobre todo en tu convicción personal. —
Era obvio que su atención mudaría de objeto, una vez que la conversación se volvió menos mundana cuando el reproche vino.
— Vayan a la batea, es hora del almuerzo. —
Indicó a los cerdos, que guarreando y moviendo los morritos fueron andando hacia el cuenco de madera donde estaba su alimento dispuesto. Sólo entonces se dirigió a Natasha; internamente sostenía una dicotomía: el ceñirse al deber y mantener el ánimo templado, casi frío por praticidad.
O dejar que ese sentimiento de cariño y cuidado que había nacido por Natasha, desde sus tiernos años, la llevara a alzar su diestra en aras de tomarla del antebrazo en un gesto emocional.
— Eran parte de un propósito mayor que nuestras propias decisiones. De tu padre y mías. —
(...)
Era obvio que su atención mudaría de objeto, una vez que la conversación se volvió menos mundana cuando el reproche vino.
— Vayan a la batea, es hora del almuerzo. —
Indicó a los cerdos, que guarreando y moviendo los morritos fueron andando hacia el cuenco de madera donde estaba su alimento dispuesto. Sólo entonces se dirigió a Natasha; internamente sostenía una dicotomía: el ceñirse al deber y mantener el ánimo templado, casi frío por praticidad.
O dejar que ese sentimiento de cariño y cuidado que había nacido por Natasha, desde sus tiernos años, la llevara a alzar su diestra en aras de tomarla del antebrazo en un gesto emocional.
— Eran parte de un propósito mayor que nuestras propias decisiones. De tu padre y mías. —
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