Pues así como le afectaba a Natalia, a Yelena también le faltaba creer en la realidad: El gran proyecto para la Red Room que fueron. Tomó una de esas fotografías y guardó una, necesitaba mantenerse en ese hilo tangencial donde guardaba lo bueno y lo malo para ser fuerte, eso le han funcionado todos estos años, se ha vuelto fuerte a pesar de todo el dolor pero hubo personas reales que estuvieron ahí, su primera familia que asimiló: Los Vengadores —

Sintió aquel dolor.. del engaño, de las mentiras que fueron el motivo de esas fotografías; eran Yelena y ella, tan pequeñas, emocionadas y abriendo regalos vacíos. Fingían estar en aquellos ocasiones para que las fotografíen: Navidad, Pascuas y Acción de Gracias.
— Recuerdo este día, tomamos fotos de Pascuas, Navidad, Acción de Gracias y Vacaciones en un solo día, fueron diferentes fondos. Sabía que los obsequios debajo del árbol estaban vacíos, aún así, quería abrirlos.. —Acompañado a eso, Natalia solo movió la cabeza, con pena, de su propia niñez que aún con el engaño, fingían a ser felices pero esa es la magia de la infancia, el amor, la confianza y la imaginación, y el trabajo de Melina y Aleksei ayudó a que ellos creyeran que eso era una familia real.

— Y que por un segundo, se sintiera real..

Suspiró pesadamente, el lazo familiar que ellas construyeron en ambos, las hicieron aún creer en aquella mentira

— Desearía poder creer que te importa, pero no eres la primera madre que me abandona por eso ya no importa. — Ya no tenía caso seguir hablando tan naturalmente con alguien como ella, la había abandonado, así como su familia biológica y el fin, donde ella terminó, fue el peor que pudo tener una niña, la Habitación roja fue el infierno que cargó junto a otras niñas y esta vez lo iba a destruir, la cabeza de la Red Room debía caer primero: Dreykov y luego el plan sería más fácil para desencadenarlo.
Le dio la espalda a Melina y buscó rápidamente la salida, tenía que buscar más opciones por que no podía fallar al plan que tenía junto a su hermana Yelena, entonces, a su izquierda, en un stand, vio un álbum floreado, sus recuerdos de su infancia volvieron y ahí estaba la respuesta para muchas preguntas: Natalia alguna vez fue feliz, con mucha falsedad, pero fue feliz junto a Yelena, a Melina y a Aleksei.
Empezó a ver cada fotografía, a recordar [..]

(...)

Al final ganaron la moderación y prudencia ; bajó la mano que anticipaba el contacto. Aún así la miraba, atenta a su reacción gestual. Sabía a lo que ella refería; no era necesario mencionar la Habitación Roja para leer que a ello se refiere.

— ¿Con qué objeto, Natasha? Morirás allí, no podrías hacerlo sola. —

— Aún si jamás te lo hubiera dicho, Natasha. Tú lo hubieras intuido y entendido; está en tu genes ser una sobreviviente. Y sobre todo en tu convicción personal. —

Era obvio que su atención mudaría de objeto, una vez que la conversación se volvió menos mundana cuando el reproche vino.

— Vayan a la batea, es hora del almuerzo. —

Indicó a los cerdos, que guarreando y moviendo los morritos fueron andando hacia el cuenco de madera donde estaba su alimento dispuesto. Sólo entonces se dirigió a Natasha; internamente sostenía una dicotomía: el ceñirse al deber y mantener el ánimo templado, casi frío por praticidad.

O dejar que ese sentimiento de cariño y cuidado que había nacido por Natasha, desde sus tiernos años, la llevara a alzar su diestra en aras de tomarla del antebrazo en un gesto emocional.

— Eran parte de un propósito mayor que nuestras propias decisiones. De tu padre y mías. —

(...)

Era raro volver estar con la mujer que supuestamente era su madre, descubrir mil sorpresas que ahora sabía la realidad le fue duro de procesar pero Natalia era experta en eso, sobrevivir en el caos donde cualquier humano se hubiera vuelto loco.
Observó todo el lugar donde se encontraban, buscando alguna trampa, alguna arma y más que todo, esperando una reacción ofensiva de Melina, la confianza de la Rusa ya no era la de antes donde ellos — Aleksei y Melina — eran su todo, su familia junto a Yelena.

— Ya entiendo por que fue tan útil y más para dos niñas que fueron abandonadas a su suerte en la Red Room.

Ya no quería redundar, quería solo librarse del recuerdo doloroso de su infancia —de lo único que su mente pudo asimilar — por eso fue al grano.

— Bien, este es el plan, no hay tiempo para fingir un reencuentro amoroso, de algo que nunca fue real, así que necesito información de tu parte para encontrar un lugar que ambas conocemos..

— Aún recuerdo lo que decías cuando era niña ¿Te acuerdas del "El dolor te hace más fuerte"? me ha servido, para bien y para mal, por que me ha endurecido con todo lo que pasé dentro y fuera de la Red Room.