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J1582596 · M
La brisa tenue acariciaba su nuca cuando ella, sigilosa como una mariposa en la noche, se aproximó y lo envolvió con sus brazos desde atrás. Su corazón palpitaba con una mezcla de sorpresa y desconfianza percibiendo que aquel abrazo no era movido por la dulzura del deseo, sino por la codicia del interés.

El fajo de billetes que él sostenía, como promesa para obtener valiosa información despertaba el ansia en los ojos de ella. Sin embargo, lo que lo desconcertó fue la petición adicional que emergió de aquellos labios carmesí. ¿Qué podría ser lo que ella exigía, más allá de la riqueza que ya codiciaba?

Quizás deseaba un pacto de lealtad, una promesa sellada con sangre o un servicio que se tejiera en el misterio de las sombras. La incertidumbre se enroscaba como humo de incienso en el aire, enredando sus pensamientos y sus emociones en un torbellino de interrogantes. — ¿Qué es lo que quieres si no es dinero? —
ulalum56 · 31-35, F
— Puedo darte ambas cosas, pero no puedo entregarte nada sin asegurarme de obtener algo a cambio. — Nuevamente toco el fajo de billetes, esta vez con más firmeza, dejando claro que tenía sus dudas en confiar en el hombre hasta que no le diera el dinero. — No es algo que puedas pagar con dinero, solo eso te diré por el momento. — Trataba de pasar por alto la manera soez del hombre al cuestionarla, solo se limitó a responder de buena manera.
ulalum56 · 31-35, F
Era evidente la tensión de sus músculos de la parte superior de su espalda y fue ahí donde se enfocó más, dando un suave y delicado masaje por encima de la fina tela, cuidando los movimientos de sus dedos con maestría. Claramente no sabía nada de armas o pelear contra alguien así, pero era buena en su trabajo, ganándose la confianza de los hombres con solo su astucia y seducción.

De pasados unos minutos se levantó de puntitas para poder rodearle el cuello con su brazo izquierdo, presionando por completo su delicado cuerpo contra la espalda ajena y reposar su cabeza entre el hueco de su cabeza y hombro quedando a milímetros de su rostro de Jin y el suyo. Deslizo su mano libre por el brazo ajeno hasta llegar a tocar el fajo de billetes que aún tenía en la mano.

De esta manera lo tenía prisionero, enganchándose completamente a él y listo para trabajarlo, podía notar su deseo y requería explotar aquella debilidad.
J1582596 · M
Giró su cuello en dirección al sonido melodioso de aquella voz, no le pareció buena idea que estuviese detrás de él, muchos puntos ciegos que defender, aún así dejó que la mujer controlara la situación, sus músculos se tensaron cuando ella se acercó sigilosamente por detrás, el aire se espesó con la expectación mientras aquellas manos expertas buscaron su espalda dispuestas a desvanecer la tensión acumulada, su toque delicado y gentil de algún extraño modo le pareció relajante, reconfortante. Pero fue cuando esos pechos se posaron suavemente sobre su espalda que una mezcla incontrolable de peligro y emoción lo invadió. — No sé si pedirte ambas cosas, aunque me interesa más la información. — Se atrevió a contestar con descaro. La cercanía de ese esbelto cuerpo, el calor palpable que emanaba ella desencadenaron una lucha interna entre la advertencia y el deseo. — ¿Cuál sería el precio a pagar por verla? — Preguntó incrédulo.
ulalum56 · 31-35, F
La atención que le dedico a sus palabras paso a segundo plano cuando notó que el hombre sacaba un muy buen fajo de billetes, tragó saliva y su mirada volvió a los ojos ajenos, un tanto impaciente. — ¿Solo quieres información o también quieres mi cuerpo? — Su voz era dulce y suave, totalmente diferente a la de hace un momento.

No era el hombre, sino el dinero que le había ayudado a cambiar de opinión y ahora quería cooperar de buena manera para él.

No supo en que momento el hombre se había acercado a ella y por un segundo se quedó inmóvil, podía sentir su presencia imponente, así que decidió levantarse y caminar detrás de él, de este modo llevo ambas manos a los hombros ajenos regalándole un masaje con suavidad y se acercó más, a tal punto que sus pechos hicieron presión contra su espalda, y fue así que le susurró al oído. — Así que quieres reunirte con la sacerdotisa, ¿seguro que estás dispuesto a pagar el precio por solo verla?
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— Porque necesito reunirme con ella. — Sacó un buen fajo de billetes de 10.000 ¥. — Ya pagué por tu compañía, pero podría dejarte algo extra por la información. — Osado se acercó atrevidamente hasta el lecho dónde la esbelta mujer se encontraba, Jin se notaba confiado, parecía ser alguien que no le aterraba en absoluto todo lo que involucraba el bajo mundo en la mafia japonesa. — Tengo entendido que la sacerdotisa es la mejor en su trabajo, es la única quién me puede ayudar en un asunto muy especial. —

ulalum56 · 31-35, F
Esa noche se había despedido de un Sōsai muy importante, estaba exhausta y le dolía el cuerpo, aún tenía las prendas que había utilizado, por lo cual estaba por cambiarse, hasta que escucho la puerta abrirse. «Ese bastardo viene por más.» pensó.

Se acomodó en la cama, girándose en dirección a la puerta, pero la persona que entro no era la que esperaba. De inmediato lo escaneo de arriba abajo, mirándolo con intriga, nunca lo había visto por los alrededores, claramente ese hombre no pertenecía allí, escucho la pregunta que formuló y le pareció bastante insolente llegar, así como si nada, le parecía extraño que sus escoltas no lo hubieran detenido.

—¿Por qué debería de decirte tal información? — Sentenció molesta por el modo en que lo había pedido, por su enojo no dimensiono el posible peligro que podría implicar tenerlo tan cerca de ella.
J1582596 · M
Tuvo que amenazar a varios gamberros que pertenecían al Sumiyoshi un popular clan de la Yakuza con el fin de obtener la información que lo llevó a un establecimiento dentro Kabukicho, el barrio rojo de Tokio. Al parecer tenía que contratar los servicios de una dama de compañía si quería contactar a la persona que estaba buscando. — Así que contigo tengo que hablar para poder conocer a la "sacerdotisa" ¿Verdad? —

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