Ambas manos apretaron los extremos del descansa brazos del trono, de hecho, aplicó tanta presión que sin problemas se escuchó el crujir del material. Fue, tal vez, la peor de las ideas el que Thor imitara el aspecto de su difunto padre. Su difunto y odiado padre.

Tras saborearse el enojo unos minutos, regresó a la calma. Una fingida y llena de hastío. — De ser ese el caso, me has hecho perder el tiempo. Viniste a intentar de llegar a un acuerdo, pero te irás con las manos vacías — Recargó la espalda en el asiento, ya con un aire vanidoso e inquebrantable. — Te compadezco, ni Odín ni tú son lo suficientemente diestros en el habla para convencerme — Movió una mano, e hizo un ademán que parecía correr a su hermano del reino aquel.

— ¿No tendrás más que decir, cierto? Estás seguro de que tu amiga midgardiana está en el Valhalla. Me reiré cuando averigües que no es así...—