—Andissiel odiaba los funerales, de hecho, contadas veces es que había ido a alguno. La parte de ir de traje le gustaba, dado que quizás el no usar ropa deportiva representaba un acontecimiento único. Nervioso, fácilmente reconocible por su altura y el olor a alcohol con perfume de imitación es que camina por el lugar. Su rostro parecía incomodo y visiblemente así se le veía, por más estilizado que fuese su cuerpo, parecía más un espectro que un testigo del luto ajeno. No habló con nadie, solo con la persona con la que solía trabajar y con la que había venido. Alejado, tomó la mala educación de ponerse a su lado—.
Ey...—Tocó su hombro, mientras lo despertaba de su ensoñación y de las flores muertas, cosa que al pandillero le valió una hectárea de su atención. Se apoyó en la pared, mientras tragaba saliva— ¿Te enteraste del otro trabajo? Parece que se encuentra cerca, son...