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strangehero · M
el silencio inquieto de ''trabajadores'' merodeando parecían hacer olvidar la turbia reminiscencia que emanaba tal vivienda. La viuda, mujer senil que continuaba por tildar contextualmente a los que andaban dando vueltas como ''matones que mandaron a mi marido a la ruina'', edulcoró un tanto el turbio pasado a base de flores.
Cada jarrón estaba abrazado a la muerte de una persona. Alguien que, con una vida, se la llevaron los rincones de la casa. Las flores significaban la despedida que sus familiares nunca pudieron hacerles porque, después de todo, nunca irían a saber dónde acabó.
Él mismo (y suponiendo también su compañero), escuchando continuamente los despechos desgarrados de una anciana, preparaba el lugar para la despedida del fallecido.
Las rosas que llevaba hacia el salón habían sido abandonadas y descuidadas, prontamente marchitas, y eran a lo único que podía mirar. Vidas plantadas en nombre del respeto a los muertos, mas acabadas por morir a su vera.
Cada jarrón estaba abrazado a la muerte de una persona. Alguien que, con una vida, se la llevaron los rincones de la casa. Las flores significaban la despedida que sus familiares nunca pudieron hacerles porque, después de todo, nunca irían a saber dónde acabó.
Él mismo (y suponiendo también su compañero), escuchando continuamente los despechos desgarrados de una anciana, preparaba el lugar para la despedida del fallecido.
Las rosas que llevaba hacia el salón habían sido abandonadas y descuidadas, prontamente marchitas, y eran a lo único que podía mirar. Vidas plantadas en nombre del respeto a los muertos, mas acabadas por morir a su vera.
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