Una vez que sus lágrimas dejaron de fluir, y tras unos minutos en silencio, decidió asomar únicamente la parte superior de su rostro. Se sentía apenado, a pesar de tener la suficiente confianza en su amado para mostrarse completamente vulnerable ante él, era consiente de que le había preocupado.

Fijó su mirada en el mentón contrario, dubitativo. Finalmente tuvo el valor de subirla, encontrándose con aquellos hermosos cosmos que su novio llevaba por ojos. Deseaba poder decir algo, mas las palabras parecían rehusarse a salir; en su lugar, un tenue color carmesí tiñó ligeramente sus mejillas, mostrándose avergonzado.

—Yo sólo-... —Logró articular un poco tembloroso. —Quiero estar contigo. Cada día, cada segundo... quiero pasar cada momento contigo, sólo contigo.

Presenciar tal aflicción acongojaba a su propia corazón, si, una vez sentía total culpa como si hubiese sido el mismo quién propició tanta tristeza en esa faz que con solo sonreír brilla como ninguna. Y tras escuchar esa dulce voz la tristeza se apropió de su expresión y de inmediato asintió sutilmente.

— Si, hyung. Aquí estoy...

Cada acción dolía más que la anterior, no titubeó ni un segundo y a en breve lo acobijó con ambos brazos procurando disipar todo ese dolor mientras sus dedos peinaban suavemente la cabellera de quién más ama; su adorado novio.

— Ya no lo haré. — Aún se aferraba a la idea de que sus palabras podían ser una ayuda adecuada.

Cerró los ojos por un momento, sintiendo estos arder por las lágrimas que amenazaban con escapar. Cuando los abrió, no esperaba encontrarse con la persona que más anhelaba ver en ese momento. —¿Jungkookie? —

Soltó entonces en llanto, no pudo evitarlo, ver el rostro de su amado alivió aquel cierto pesar que sentía en su corazón. Rodeó con delicadeza el torso impropio, ocultando su rostro contra el pecho de su novio.

— Cariño, ya no te vayas… No me dejes solo.

— ¿Hyung? ¿Sucede algo?

Sin previo aviso de aproximó lo suficiente, para él era inevitable no evidenciar lo bastante que le preocupaba su amado hyung. Su expresión lo decía todo al ser sumamente trasparente en sus emociones. No hubo duda alguna y en seguida con total delicadeza acuno el rostro impropio cual requerimiento por obtener integra atención.