Bajó la mirada por un segundo, permitiendo que su sonrisa se tornara en un tierno gesto de timidez. Mordió con suavidad su propio labio inferior.

—Me conoces bien, ¿verdad? —Regresó sus ojos sobre los preciosos cosmos contrarios, rodeando aquel cuello delicadamente entre sus brazos. —Han sido días difíciles, pero… teniéndote frente a mí se disipó mi tristeza.

En momentos así agradecía ser tan afortunado, poder presenciar cada gesto de amor bastaba para desencadenar su alborozo que a simple vista se evidenciaba entre la amplia curvatura de sus labios. No demoró segundo alguno en aproximarse y finalmente acogerlo con ambos brazos posesivos. Ahora más que nunca contaba con la necesidad de mimarlo hasta el cansancio.

— ¿Seguro, hyung? — Pese a confiar plenamente, aún dudaba. Era sumamente ineludible no preocuparse.

—¡Jungkookie! —Exclamó con emoción al verlo. Mostrando aquella particular sonrisa cuadrada que tanto le caracterizaba.

—Todo está bien. Ahora que te he visto, no hay forma de que me sienta triste. —Asintió cuál niño pequeño.

No hubo tiempo para dudar o algo que pensar, a los segundos se encontraba frente a frente y con tal preocupación plasmada sobre su faz procuró encontrar respuesta de aquel abatimiento en su hyung.

— ¿Por qué mí amado Taehyung tiene una expresión tan triste?