—Me gusta esa palabra, "implorar". —Sabía que ella no la necesitaba, su visita a Arcadia era meramente temporal y de observación; sin embargo, se regocijaba en la idea de que la reina tuviera que pedir por la seguridad de su gente, eso significaba que las historias de sus aventuras habían viajado más allá del imperio de su padre. —Estás en una posición muy incomoda, Kassia, y es obvio que sabes bien sobre mi poder así que lo pondré sencillo para ti. —La encaró nuevamente, deslizando su mirada púrpura por el rostro de marfil ajeno en aras de leer la expresión que pondría. —¿Qué me ofreces exactamente a cambio de que yo cumpla tu petición? Todo regente debe saber negociar... Muéstrame tus habilidades.
— Si de algo puedo presumir en el corto tiempo que llevo reinando, es que nunca he solicitado ayuda de algún hechicero. Algo más atentaba contra la tranquilidad de Kassia, y es que días atrás acudió a los arcadianos de mayor edad, en busca de información sobre esta chica y si su estancia en Arcadia compondría caminos directos a una catástrofe. Las noticias trajeron un sabor ácido a la arcadiana. Una mínima provocación a la fémina y vería su hogar envuelto en llamas, y, por si fuera poco, ésta cuenta con la habilidad de controlar dragones a mero capricho. Vaya suerte el tener un residente de esa especie. — Quisiera, más bien, implorar una petición. No te acerques a ninguno de mis arcadianos, ni a los pocos visitantes que tenemos. Es todo.
—Mientes, puedo escuchar tu corazón latir... Qué sonido tan encantador. —Estiró su diestra con la intención de tocar el blanquecino cabello de la fémina, empero, se detuvo a media distancia como si lo pensara mejor. —No temas, mi intención no es acabar con tu reino ahora, aunque confieso que me encantaría ver tu rostro romperse ante el dolor sofocante del fuego. —La risilla que presidió sus funestas palabras hizo eco en las paredes del salón. Maeve se sostuvo la mano derecha con la izquierda, buscando así control para no traspasar el límite de su estadía. —Lo siento, es que eres taaaan bonita. ¿Por qué me llamaste?, ¿necesitas ayuda de la magia?
— En absoluto. — Mantiene el gesto impávido a pesar de sentirse una especie de presa siendo acechada por el depredador, aunque su corazón late a toda prisa. — Me he enfrentado al fuego antes, y tú no eres amenaza para mi reino.
—¿Le temes a un poco de fuego, Reina de Arcadia? —Las palabras salieron de su boca con cierto tono cantarin mientras rodeaba a la reina a paso lento; una sonrisa se dibujó en los labios femeninos, ciertamente el aspecto de Kassia era encantador y tan puro... Si solamente pudiera corromperlo...
