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ssin1563614 · 26-30, F
— abrazaron un sentimiento más fuerte e inquebrantable que ese. Amor. — A medida que la regente narraba, lo que ahora pasaba como un cuento de hadas, una pequeña sonrisa iluminó su semblante, y la rigidez instalada en su cuerpo pareció abandonarla. — Es una historia muy antigua, pero me sigue pareciendo cautivadora. Considero que es el inicio de Arcadia, esa noche... — Súbitamente apretó los labios. Bien sabido era que Kassia se reservaba toda clase de comentarios, y lo poco que expresaba se limitaba a saludos cordiales o un “sí o no”. Expresarse tanto, con esa naturalidad, ocasionó que enrojecieran sus mejillas.
ssin1563614 · 26-30, F
“ Debe ser un sueño. Debo estar soñando, solo eso”, repite una y otra vez para sí misma, renuente a la idea de haber aceptado la invitación a danzar junto al dragón. De no ser por la colección de pasos guiados por él, se sentiría el temblar de las manos de la Arcadiana. No era la primera vez que sus arcadianos la seguían con la mirada, mas la situación sembrada en el centro del salón era muy diferente. — Debo insistir, para ser un dragón de tantos años, intuyes bastante mal. — Desvía la mirada de la torpeza de sus pies —que medio veía por lo pomposo del vestido— y la dirige a la sonrisa triunfal de Hög. Le permitiría aferrarse a su perspectiva, al menos lo que dura la melodía.

— Celebramos el ‘ întâlnire de dragoste’. La noche en que el anterior Rêge y Rêgina se reunieron en pos de tregua. Se dice que la guerra estaba próxima en sus reinos dentro de los siguientes días, pero en esta fecha disiparon sus rencores y...
NdV1572328 · M
olas en calma. Podía sentir algunas miradas sobre su nuca aunque no adivinaba si era por el peligro que todos sabían que significaba o por la danza en sí.

—Recuerdo unos ojos violetas bien abiertos y fijos en mí al convertirme en dragón. ¿No fue eso miedo? Juraría qué sí, mi experiencia con esa mirada me lo dice… En realidad, es sorprendente que se me invitara a esta fiesta después de amenazar con incinerarlos… ¿Celebran algo especial?
NdV1572328 · M
Los bailes siempre son usados para lograr un acercamiento social en pos de diferentes fines. Níðhöggr aún desconocía el nombre de la celebración que acontecía a Arcadia, empero, había decidido aprovechar aquello para lograr acercarse más a la reina y observar su relación con el resto de los presentes; tantos años de vida habían aumentado la curiosidad innata del dragón en vez de decrecer su asombro para con el mundo. Solamente así se lograba existir tanto sin estar muerto en vida.

Debía admitir que no era tan sencillo guiar en la danza a la Regina, sin embargo, encontraba gran diversión en verla moverse de manera patosa. En los tiempos más antiguos todos en la nobleza debían saber el arte de la danza, tal vez esa costumbre se había perdido o sencillamente no era un don que ella poseyera; Níðhöggr la hizo girar nuevamente y después rodeó la delgada cintura femenina con casi todo su brazo, haciéndola danzar de un lado a otro, cual movimiento suave de un barco bajo el arrullo de las ol
ssin1563614 · 26-30, F
La mano derecha ocupó un lugar en el hombro masculino; la izquierda, sobre la palma de su mano. Había aceptado hacerle compañía en una única pieza musical, con la condición de que él no se burlara de la rigidez con la que nació para esos eventos. No era como Nerea, que se movía tan frágil y delicada como una pluma navegando por el viento. A Kassia rara vez le respondían los pies con la elegancia requerida, y es por eso que evitaba a toda costa ser invitada a bailar. Sin embargo, Hög logró convencerla con un par de palabras y una sonrisa aperlada. Parecía que no era la primera vez que él dirigía una danza, lo supuso por lo bien que conocía los pasos y la confianza que generaba en ella. Por un momento sintió una pizca de celos, mas trató de disolver esos sentimientos prestando atención a la música.

— Jamás existió tal miedo, Hög. Intuyes mal. —
NdV1572328 · M
— ¿Noto un poco de diversión en tus ojos, Regina? —Inquirió con una media sonrisa, deleitado con la danza y la compañía que tenía en ese momento. Su diestra sostuvo con confianza la delicada mano ajena, sintiendo su tersura bajo sus yemas; Kassia tenía la piel de toda una soberana, ninguna magulladura se asomaba en ella como muestra de un perfecto cuidado o la falta de empleo en labores rudas. Mientras, su zurda sostuvo la espalda baja femenina para evitar que se cayera y lograr la pose que buscaba, fueron segundos quizá los que estuvieron así antes de hacerla enderezar y darle una vuelta al compás de la danza. — Cada vez me vas perdiendo más y más el miedo, ¿no es así?

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