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‘.

La hora del té se vio interrumpida con el brioso azote de las puertas; las damas de compañía miraron a la entrada, donde uno de los soldados yacía acalorado y ansioso. A éste, le siguieron unos cuántos militares más, todos con la misma expresión que el primero.
◦ — Doamnā, es imperioso que nos acompañe a la celda del Este. Ha llegado... No sé cómo describirlo. No es de aquí... — Jadeante, se acercó paso a paso a la nada sorprendida reina.
 
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ssin1563614 · 26-30, F
Intentó comprender lo que sucedía, trató con todas sus fuerzas. ¿Qué lo hizo cambiar de opinión? Escuchó los pasos de sus sirvientes acercarse, y con apresuro, se levantó. — Vete. Sal de mi reino. No estás condenado a permanecer aquí. — Con todo y las fuertes emociones de minutos atrás, Kassia se mostró decidida, segura de apostar por él. Dio la media vuelta, caminando a paso raudo hasta la entrada. Detendría a sus hombres para darle tiempo a Hög de huir.
 
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