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‘.

La hora del té se vio interrumpida con el brioso azote de las puertas; las damas de compañía miraron a la entrada, donde uno de los soldados yacía acalorado y ansioso. A éste, le siguieron unos cuántos militares más, todos con la misma expresión que el primero.
◦ — Doamnā, es imperioso que nos acompañe a la celda del Este. Ha llegado... No sé cómo describirlo. No es de aquí... — Jadeante, se acercó paso a paso a la nada sorprendida reina.
 
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ssin1563614 · 26-30, F
inesperado proveniente de un dragón: el perdón. Entreabrió los labios ,resecos por la singular mezcolanza de emociones opuestas, pero aunque trató de hablar no logró expresarse. Sus sospechas parecían ser ciertas, pues Hög seguía inmóvil, tanto como ella; advirtió cómo las gamas naranjas, rojas y amarillas se apagaron en él. Estuvo a un tris de ser incinerada.

—¿Hög? — Habló con un hilito de voz delgado, a medio quebrar, lleno de conmoción. Observó de cerca la reacción de Hög y pudo verse plasmada en los ojos de aquel. Su rostro atónito, la melena platina desarreglada, el vestido encarrujado a su postura. Sus ojos eran tan claros, tan límpidos que reflejaban todo como un espejo.

— Puedes irte, Hög — Sabía que había sido hostil con él al inicio, tratándolo como la peor bajeza del reino, y se había ganado que la despreciara. Lentamente descendió los brazos hechos escudo; el corazón regresaba a su tranquilo palpitar. [...]
 
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