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‘.

La hora del té se vio interrumpida con el brioso azote de las puertas; las damas de compañía miraron a la entrada, donde uno de los soldados yacía acalorado y ansioso. A éste, le siguieron unos cuántos militares más, todos con la misma expresión que el primero.
◦ — Doamnā, es imperioso que nos acompañe a la celda del Este. Ha llegado... No sé cómo describirlo. No es de aquí... — Jadeante, se acercó paso a paso a la nada sorprendida reina.
 
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NdV1572328 · M
¿Se pensaba ella que con esos actos de bondad lograría que él no hiciera nada? Una vez sus muñecas fueron liberadas el dragón sintió un torrente de energía invadir su cuerpo; el hechizo se desvanecía y sus extremidades empezaban a tomar la forma de la bestia que sabía que era. Lo último que se pudo ver de su apariencia humana fue la media sonrisa en su rostro, cuál si anunciara la victoria. Estúpidos Arcadianos, eran todos suyos.

"Lo lamento."

Un rugido estruendoso que hizo temblar los cimientos salió directamente de sus fauces y, tras este, su cuello largo se fue alumbrando para anunciar el fuego que pronto saldría de su ocico, empero, las últimas palabras de la Regina se estancaron en su mente y jugaron con ella. Por primera vez en toda su vida tuvo un amargo sabor de boca que los humanos llaman "culpa". [...]
 
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