— Estoy bien, Hög. — ¿Qué era un rasguño a comparación del ego herido? Exhaló suavemente y, pese a que el dragón analizara el corte, Kassia se hizo de otra flecha. — Fallar no está en mi camino. —

Observó con atención el intento de la fémina y se contuvo de reír a carcajadas como acto reflejo de su arrogancia pues fue otro sentimiento el que se apoderó de él al mismo tiempo: la preocupación. —Fue un buen intento. —Le dijo con una leve sonrisa en el rostro y, con sumo cuidado -casi tocándola como si fuese una muñeca delicada- acercó sus dedos a la herida para inspeccionarla. —Hay que poner algo en eso, podría infectarse.

— Todo un maestro.— Acepta el arco de regreso. Lo eleva a la altura indicada, tensó la cuerda y dejó ir la flecha, sin embargo, la “perfeccionista” Reginâ falló al apegar la extremidad posterior del misil, provocándose un rasguño en la mejilla. Dio un respingo, y de inmediato se llevó la mano a la zona que ardía. — Fue un primer intento. —

—Hm. —La actitud infantil de Kassia le causó un poco de gracia; en el tiempo que llevaba en Arcadia, había aprendido que nadie tenía más matices en ese lugar que la misma soberana. La Regina era un verdadero jade en espera de pulirse para brillar. —Tienes que sostener el arco a esta altura de tu rostro. —Empezó a decir, haciendo una demostración al alzar el pedazo de madera. —Cuando tenses la cuerda, tu mano debe quedar a la altura del borde de tus labios... Pero no tan cerca o puedes cortarte al disparar. —Níðhöggr se vio a sí mismo apuntando a la corteza de un árbol e imaginó que así debió de ser la vista de los arqueros que asesinaron a varios de su especie; un brillo carmesí asomó por sus pupilas y el estómago le dio un vuelco. Prefirió regresarle el arma a Kassia antes de enfadarse más. —Intenta.

Lo ocultaba muy bien pero Kassia era bastante competitiva. Torció la boca; acto seguido, le entregó el arco y una flecha. — De acuerdo, Hög. Muéstrame. — Se cruzó de brazos y esperó. Casi apostaba a que sólo fanfarroneaba, pues si algo sabía de los dragones es que eran presumidos.

—He sido atacado por muchas así que creo tener algo de experiencia con ellas. —Comentó irónico mientras estiraba la diestra hacia la Regina con la solicitud silenciosa del arco. —Puedo mostrarte si gustas. Tal vez así no sea el único que aprenda algo de nuestro encuentro.

— ¿Disculpe? — No fue hasta que giró que reconoció la voz de Hög. Eleva una ceja; coincidir caminos estaba siendo de lo más frecuente esos días. — A diferencia de mi hermana menor, soy inexperta en arquería. Ya lo habrás notado. — Curioso. Recién Kassia se dio cuenta que con él era fácil hablar sin recurrir a las formalidades. — ¿Los dragones saben usar arco y flechas? Podrías enseñarme. —

—Reina. —Níðhöggr llamó a Kassia en voz queda; había alcanzado al fin a la menuda figura albina que parecía deslizarse entre los árboles con maestría. —Estás sosteniendo mal esa flecha...