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ssin1563614 · 26-30, F
De sus labios brotó un suspiro nostálgico; en cuestión de segundos, su mente proyectó todas esas hazañas, hoy hechas leyendas, por las que el anterior rey era reconocido. La mayor parte de su infancia, Kassia la pasó junto a su padre, por lo que no era extraño que en ella habitase un sentir similar; sentir que, con la tragedia que la abruma por las noches, tuvo que ir opacando por miedo hasta convertirlo en silencio.

Avanzó unos pasos delante de Ásarr. Tenía los pies ya en los cimientos del bosque, mas lanzar una última petición a su acompañante no está de más.



— Mi propuesta sigue en pie. Puede retirarse en el momento que desee, Regê. No puedo prometerle salir con bien de aquí, y mi intención no es exterminar lo que habita en las penumbras. Solo quiero saber... qué hay ahí, y si está conmigo o en mi contra. — Dicho aquello, se integró a la maleza.
ssin1563614 · 26-30, F
— Pero su decisión a ayudar a mi pueblo no exime mi carente habilidad por indagar en las profundidades del bosque, Ásarr. La gratitud que mi pueblo le tendrá será infinita. —



Desde muy niña habían educado a Kassia para decir la verdad cuando de su corazón naciera y en esa ocasión, aunque demeritase su puesto como monarca, enunció aquellas palabras con genuino respeto y admiración, a pesar de que el semblante de la arcadiana se mantuviera serio. Emprendería marcha para adentrarse al inhóspito terreno, cuando el llamar de un arma la sorprendió.

Miró entonces con auténtico asombro al asgardiano, junto a otras emociones que probablemente experimenta por primera vez. También contempló la mirada ajena y reconoció ahí el mismo brío con el que su padre se andaba a la aventura.

{...}
AsarrRhage · M
Desprovisto de arma alguna hallábase aquél Rey, hasta que extendió la diestra a lo alto. Y su voz se elevó, vibrante e imponente.

[med]¡Komer, Heilagreinn![/med]
“Ven a mí, Heilagreinn.”

Como al conjuro de algún maleficio que le secundó, los cielos se estriaron y una luz firme e inextinguible cayó como un relámpago que ensombreció su rostro y un furioso látigo restalló sobre la palma de la mano del varón. Entre sus férreos dedos empuñó un enorme hacha de combate que resplandecía con fuegos azules que acunaban la silueta de aquél arma, y su extraño metal; dorado como el sol en sus extremos y platinado como la luna en su acero, chisporroteaba como un fuego recién encendido pese al lúgubre escenario.
Y aquí estás, mi fiel amiga.— le acarició delicadamente con la zurda, como si le afilase. Dirigiendo su atención a la reina—. ¡Ahora sí estoy listo!— Exclamó.
AsarrRhage · M
¿Volver al palacio?... —preguntó Ásarr, en un tono despreocupado, ajustándose los pliegues de su larga capa de marta—. No, su majestad. La vida de un lobo siempre estará llena de peligros. —hizo mención, refiriéndose a sí mismo como uno. Devolviéndole la mirada, gallardo y esbelto como el filo de un cuchillo. Y así, la fervorosa sangre guerrera de Ásgarð le corre pura por las venas, manando el calor en un fuego creciente que demostraría en la plenitud de sus capacidades. Aquél se despojó de sus guantes de cuero, calentándose las manos al frotarlas entre sí, como si sus dedos abrazasen las tierras del Norte. Era una vieja costumbre que tenía; un resabio, vistiendo así las prendas una vez más y ajustarlas en sus férreas muñecas.

Aquélla aventura podría ser un desatino, como bien podría ser algo fascinante. Su espíritu le ardía como el de una llama, decidido e inquebrantable en la persecución de sus propósitos.[...]
AsarrRhage · M
A sus oídos llegaban cada una de las palabras dichas por la regente de Arcadia, aunque aquél Alto Rey escrutase con ojos contraídos, sombríos y profundos la oscuridad que se extendía sobre las cienes de los árboles negros, y la hondonada que guiaba hasta sus entrañas. El varón se apeó del cabello con la destreza de un jinete versado, enderezando su figura y con un simple ademán le ordenó a su montura regresar al establo. Un fuerte viento soplaba los atavíos sobre sus hombros, de marta cibelina, refinada, gruesa y suave mientras agitaba sus cabellos de oro mezclándolos con el aire. «Casi puedo palpar en mis dedos la hostilidad de éste lugar», Se dijo, conservando el mutismo por algunos breves segundos y aquél entonces, confiado sonrió con sus fauces apretadas. [...]
ssin1563614 · 26-30, F
*la seguridad de sus arcadianos.

— Además, sin prejuicios, sin exponerlo a la censura del mundo, confío en que las batallas que ha librado antes han hecho de usted un hombre fuerte. Me apena decir que a su lado, soy tan frágil como el cristal...—

Inhaló hondo. Con una venia indicó la entrada al bosque, donde extraños sonidos acuosos y metálicos les daban la bienvenida.

— Aún está a tiempo de volver al palacio, si así desea. No quiero verme egoísta al pedir su ayuda para indagar qué atemoriza a mi gente. —
ssin1563614 · 26-30, F
Bajó de su caballo de un salto, sin la necesidad de estar acompañada por una escolta, siendo Rhage el único hombre a su lado. En el fondo, Kassia no deseaba exponer al benévolo rey a una situación riesgosa, pero las opciones para salvar a su reino se terminaban, y él lucía lo suficientemente fuerte y sabio como para emprender esa travesía.

Cierto es que Kassia era joven aún, no obstante, las circunstancias por las que su vida dio marcha comenzaban a moldearle el carácter.


— Quisiera que recurrir a usted, Rêge Ásarr, no fuera mi primer plan, pero he visto que tiene maestría gobernando, más que yo. —

Podía notársele el tilde apesadumbrado en cada palabra; miró a un costado, hasta haberse encontrado con la mirada del mayor. Ella, aunque estuviera con el corazón a punto de escapársele del pecho, se entregaría al tenebroso bosque con tal de consolidar la seguridad d
ssin1563614 · 26-30, F
— Cuando Arcadia fue abrazada por las tinieblas y excluida del resto del mundo, emergieron zonas nunca antes vistas en nuestros mapas, entre ellas, un bosque oscuro al que llamamos ”El bosque Adir.” He enviado a cientos de mis hombres a investigar el terreno, pero desafortunadamente, muchos no volvieron...

Hubo tristeza en los ojos de la arcadiana. Su reino no fue solo absorbido por la avaricia del Judas de su historia, sino que también fue arrastrado a las profundas aguas de un peligro desconocido del que difícilmente se defendían.
Si bien Arcadia contaba con un exquisito avance tecnológico (empobrecido desde su desaparición), aquellas criaturas les llevaban la delantera con creces.

{...}

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