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abesada · F
— Increíble cuánto efecto de provocación pueden tener las palabras de Sugimoto en ti... Algún día lo conoceré y... A-h... — Se encrespó; no sabía que esa manaza podía ser tan "tentona". Sonrojada, Sada le tomó del cabello de la nuca, jalandolo no fuerte, no lastimando, pero sí firme para que la vea. — C - compórtate... Y créelo o no, soy una mujer hecha. No tengo la culpa del monstruo que eres. Incluso hincado me llegas casi al pecho. Gato enorme, amasador. Vamos a que te cure en casa. —
s1581871 · M
— Procuro evitar discusiones pero está vez Sugimoto dijo una estupidez.— Hacía referencia a su "compañero de temporada". — Tentador.— Sin algún tipo de descaro como si tuviera todo el derecho del mundo de manosear con la palma de su mano el cuál abarcaba una gran porción de su glúteo y muslo, deslizo para estrujar empleando cierta lascivia, manchando de su propia sangre el fino tejido como una marca de bestialidad. — Yo creo que si es pequeño, no puedo creer que seas una mujer, me haces sentir culpable.— Por fin en su rostro apareció una sonrisa ladina, claramente no quería hablar pero si demostrar sus intensos deseos de atacarle.
abesada · F
El estar preocupada no la eximía de soltar una risita, porque atender sus heridas ya se volvió una dinámica de "pareja" entre ambos. A calmados toquecitos le estaba terminando por secar su bonita sangre de intenso rojo. — Para mí nada es más puro que tu sangre. Hasta hace unos segundos esto sólo era tela. Pero ahora tiene tu marca, se ha vuelto especial. Además, mi "durazno" no es taaan pequeño. Júm. — Le tomó la mano manchada de sangre hasta acomodarla en sobre su cadera derecha, casi sobre su glúteo. — Límpiate. Parece que la hemorragia ya bajó un poco. Eres un gato muy conflictivo... —
s1581871 · M
Había sido otra confrontación típica en el con su "equipo" el cuál suele llevarle la contraria, pero está vez la discusión escaló y termino en golpes. Lo único que había hecho hasta el momento era tratar de detener la hemorragia nasal con la mano un tanto descuidado.— Sada.— con un timbre ahogado y una expresión facial muerta se dejó atender.— Tu prendas son muy elegantes no deberías mancharlas con mi impureza.— observó bien los patrones.— Duraznos, tan suaves como tú y sobre todo chiquitos.— soltó una suave risa por la ironía de su estampado
abesada · F
— ¿Sangre otra vez?... Ven aquí. — De pie ante él, sostuvo tiernamente su nuca mientras usaba la tela durazno de su vestido floreado, para limpiarle. — Mooh, ¿qué te pasó esta vez, Nekonosuke? —
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