Su cuerpo se volvió pesado por consiguiente soltó el arma por la nula fuerza que tenía en sus falanges, dejando caer por completo su cuerpo en una accidente algo aparatoso donde se golpearía la cabeza en el proceso por la gran cantidad de rocas frías en un ambiente invernal sin misericordia dentro de aquel bosque de vegetación espesa.
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A la lejanía se escuchaba el eco de las armas por la batalla que se estaba dando entre ex militares, sólo una voz se escuchó rompiendo la inmersión de aquella violencia desmedida.

—¡Ogata!, ¡Hijo de perra donde estás!

Más que insulto ese gritó era de preocupación por el extravió de su compañero.

Pero otra dificulta se atravesaría cuando los rugidos de una bestia estaban entrando también en escena como símbolo de mal augurio.
Un gran oso estaba atacando al compañero del soldado caído por el aroma a sangre que brotaban de sus heridas, tal animal era tan enorme y colosal que se volvería un problema.