Su cuerpo se volvió pesado por consiguiente soltó el arma por la nula fuerza que tenía en sus falanges, dejando caer por completo su cuerpo en una accidente algo aparatoso donde se golpearía la cabeza en el proceso por la gran cantidad de rocas frías en un ambiente invernal sin misericordia dentro de aquel bosque de vegetación espesa. . A la lejanía se escuchaba el eco de las armas por la batalla que se estaba dando entre ex militares, sólo una voz se escuchó rompiendo la inmersión de aquella violencia desmedida.
—¡Ogata!, ¡Hijo de perra donde estás!
Más que insulto ese gritó era de preocupación por el extravió de su compañero.
Pero otra dificulta se atravesaría cuando los rugidos de una bestia estaban entrando también en escena como símbolo de mal augurio. Un gran oso estaba atacando al compañero del soldado caído por el aroma a sangre que brotaban de sus heridas, tal animal era tan enorme y colosal que se volvería un problema.
Todo parecía indicar una dulce trampa en espera de una nueva víctima, el hombre estaba al borde de la muerte e incluso la oscuridad y su aura estaba en decadencia. Si bien está agonía lo arrastraba su convicción y fuerza espiritual que aún poseía como un motor pero este se está gotando, pese a todo aún poseía algo de conciencia.
— Muy bonito lo que dices pero... Que ganas con ayudarme, podría matarte, un error en la guerra es la compasión... Pero sabes... Quiero ver si cumples tu palabra... Curame—
Soltó una sonrisa algo maliciosa donde sus dientes se veían envueltos en sangre coagulada y su cinismo aún se podía ver. El sabía que de antemano esto tenía un costo que se le pediría en futuro e incluso pensaba fielmente la muerte era una misericordia a su vida pero el odio que posee le está encendiendo su interior.
—No te creo pero haz tu mi... la...— Entre el delirio sintió un gran mareo y como sus ojos se apagaban en una oscuridad absorbente casi fulminante. (...)
La fémina no había llegado allí por mera coincidencia, acudir a ese tipo de lugares era idóneo para tomar almas, incluso el realizar pactos a cambio de sobrevivir era algo que le fascinaba.
Y al ver al hombre al borde de la desesperación con tal de aferrarse a la vida, le provoco cierta dicha y diversión, sabía muy bien que no se mantendría con vida por mucho tiempo al ver sus heridas.
—¿Y si te dijera que puedes vivir más tiempo? ¿Si te dijera que puedes vengarte de quien te hizo eso? — Cuestiono al contrario con una voz tranquila, pero carente de sentimientos al decirlo. — ¿Me creerías que estoy de tu lado? — Le dedico una sonrisa amable, al mismo tiempo que dio un paso al frente, presionando su pecho contra el arma sin temor a que él pudiera dispararle.
Con cierta frivolidad no dejo de apuntar, el japonés no se tentaria el corazón así fuese un niño o una mujer su enemigo sobre todo por qué estaba pasando por una disonancia cognitiva que lo hizo nublarse el juicio.
— No puedes confirmar que estás de parte mía... automáticamente eres mi enemiga.—
El hombre estaba gravemente lastimado internamente, la hemorragia nasal solo era punta de su malestar, la herida de su ojo recientemente perdido también comenzó a molestar volviéndose así todo un mal conjunto, no quería admitirlo pero incluso sus manos no estaban en buena capacitación si quiera para disparar, pero estaba tan aferrado a defenderse que controlaba su pulso para no temblar después de todo era un francotirador que manejaba todo su cuerpo aún en un estado tan deplorable provocado por una emboscada a manos de un teniente que lo busca vivo o muerto.
La paranoia estaba a flor de piel y su orgullo es lo que lo mantenía aún de pie al borde del colapso.
— ¿Estas seguro que quieres apuntarme a mi? Debes saber que yo no soy tu enemiga.
Sonrió con autosuficiencia al ver como el hombre apuntaba a ella, era cierto que no lo veía como una amenaza, simplemente había llamado su atención la peculiar manera de utilizar su arma.
