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Un café apaga ideas en la mente, las hunde y ahoga. A veces, las quema hasta ese humecito sale por la boca de humo en forma de suspiro tras sentirse tan a gusto. — Solo espero que llegue. — Murmuró Katrina sentada esperando a ese hombre a quien invitó unas cervezas en una de las tantas azoteas de la ciudad; extraña manera de conocer personas pero le sirve y genera amenos recuerdos.
 
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—Perdón la demora.

Hizo acto de presencia en el lugar dictado por el mensaje que ella le envió. Torpe, como es usual, para seguir direcciones en esa ciudad que le seguía pareciendo un laberinto, en especial en las noches, con el cansancio del día encima. Había llevado, por su parte, un frasco de café colombiano de gran calidad, mismo que encontró perfecto para la ocasión.

—Sé que dijiste que ibas a invitarme, pero no pude llegar con las manos vacías.
 
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