"La borrasca infernal, que no reposa, rapazmente a las almas encamina: volviendo y golpeando las acosa. Cuando llegan delante de la ruina, son los gritos, el llanto y el lamento; allí maldicen la virtud divina. Entendí que merecen tal tormento aquellos pecadores que, carnales, someten la razón al sentimiento."