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NoahHolmes · 26-30, M
El frío calar en su ropaje y llegar hasta su propia piel, no le parecía de lo mas raro, sus pasos se guían siendo calmados y las puntas de sus pies proseguían con aquella actividad que utilizaba ahora como distracción, estaba aburrido, y era uno de esos días en los que no tenía sueño, no quería llegar a casa, allí nadie le esperaba, se podría llamar hogar entonces ?.
La piedra lenta e igual que taciturna que el robada por su acción, sobre el asfalto sórdido de aquel lugar, lejos de su país natal, lejos de todo lo que conocía pero consciente de que la hora no era precisamente la mas adecuada para vagar, no importaba la ciudad, salir en la madrugada era peligroso, su progenitora le había repetido lo mismo durante su infancia, sus hombros acomodaron de mejor forma aquel estuche no tan pesado que se recargaba sobre sus hombros, a simple vista, el instrumento que transportaba era una guitarra.
Vestía en desacorde con el clima, llevaba únicamente una camisa blanca, jean, zapatillas y una bufanda enroscada a medias en el cuello, las manos en los bolsillos del moderno pantalón y las orbes celestes fijadas en el frente, no le sorprendía no encontrar a nadie por allí, así que hizo lo que debió haber hecho hace mucho, se dejó caer sobre una de las aceras de la calle vacía, y de su bolsillo izquierdo sustrajo la cajetilla de cigarrillos que siempre llevaba consigo, buscando el encendedor que encontró de inmediato, y encendiendo la colilla del tabaco.
La piedra lenta e igual que taciturna que el robada por su acción, sobre el asfalto sórdido de aquel lugar, lejos de su país natal, lejos de todo lo que conocía pero consciente de que la hora no era precisamente la mas adecuada para vagar, no importaba la ciudad, salir en la madrugada era peligroso, su progenitora le había repetido lo mismo durante su infancia, sus hombros acomodaron de mejor forma aquel estuche no tan pesado que se recargaba sobre sus hombros, a simple vista, el instrumento que transportaba era una guitarra.
Vestía en desacorde con el clima, llevaba únicamente una camisa blanca, jean, zapatillas y una bufanda enroscada a medias en el cuello, las manos en los bolsillos del moderno pantalón y las orbes celestes fijadas en el frente, no le sorprendía no encontrar a nadie por allí, así que hizo lo que debió haber hecho hace mucho, se dejó caer sobre una de las aceras de la calle vacía, y de su bolsillo izquierdo sustrajo la cajetilla de cigarrillos que siempre llevaba consigo, buscando el encendedor que encontró de inmediato, y encendiendo la colilla del tabaco.