Frotó un par de veces más, con cariño la mejilla del hechicero, sonriendo dulce y bajándolo con delicadeza; al menos había tenido el placer de mimarlo un poco. —¿Nuevas formas? ¿Cuáles son?—.

El Hechicero se ruborizó un poco por la cercanía era un banquete de ternura al verlo también en esa forma. Pero lo único que hizo fue procurar esa cercanía y cerrar el ojo cercano al rostro de la chica.

— Descubrí nuevas formas de enseñar. ¿Podrías bajarme? Por favor —

—¡Que hermoso! Cambiaste totalmente el lugar. ¡Me encanta!—. Estaba claramente emocionada, eso la hizo abrazarlo un poco más y juntar su mejilla a la contraria. —Has hecho un gran trabajo, estoy orgullosa—.

Ya pronto llegarían al salón de clase y tenía un gran cambio: era más grande y poseía una enorme pizarra, así como estantería de libros, una cátedra y un caldero para magia. — ¡Taraaaan! ~ — Dijo orgulloso con esa dulce voz, notó la mirada de la mujer y se sonrojo momentáneamente.

¡No! ¿Por qué tenía que pedirle aquello? Probablemente habría notado lo que quería, pero no desperdiciaria la oportunidad; tomó a Howl entre sus brazos y lo apegó a ella con cariño mientras caminaba por el pasillo en dirección a las escaleras. Debía bajar el primer piso y atravesar la sala para ir al patio trasero. —¿Sigue siendo igual o le hiciste cambios?—. Sonrió con ternura mirándolo ligeramente embobada.

—¿Me llevas?— Elevó sus brazos y ese par de regordetas manos se elevaron hacia ella, era una petición tan infantil como su apariencia. Ese par de ojos azules seguían observandola pero con un poco de exigencia.

— Vamos al salón de clase que está en el jardín —

Apretó los labios porque no iba a hacerle una escena ahí, pero se veía tan adorable que se moría por abrazarlo con cariño y darle mimos. Sus ojos brillaban con ese deseo pero intentó ocultarlo lo mejor que pudo. —Discúlpame, pero te recuerdo que apenas llegué, aún no me acostumbro a usar magia. De acuerdo, seguiré al pie de la letra lo que me digas—. Se queda junto a él saliendo de la habitación y cerrando la puerta tras de sí.

— Estás tardando mucho— Una voz infantil emitió tales palabras desde abajo muy cerca de los muslos de Zylith. Era un Howl de unos seis años aproximadamente quien le observó desde su lugar con unos enormes ojos azules y una ropa infantil de color azul oscuro.

— No te preocupes, solo tendras que seguir instrucciones —

—Ese hombre me va a matar—. Soltó un gran suspiro al escuchar la puerta, preguntándose quién podría ser; probablemente alguna de sus estudiantes. Aunque no estaba segura de poder serle de ayuda a Howl en sus clases ¿Como podría ser útil en algo que desconocía? Con ese pensamiento abrió la puerta de la habitación.

En ese momento se escuchó que alguien tocó a la puerta, Howl no respondió a la pregunta de su querida aprendiz por lo que la insistencia al otro lado de la puerta de quién tocaba retumbó la calma de la habitación.