- La noche llegaba y por ende, las criaturas nocturnas empezaban a asechar a los humanos, criaturas inocentes que no tenían ni la menor idea de lo que sucedía en su mundo. Cazadores y vampiros, se enfrascaban en terribles batallas, sin contar aquellos vampiros que eran denominados como clase E, criaturas que solo pensaban en alimentarse, beber el líquido carmesí que poseían los humanos. Entre aquellas batallas, se encontraba el vampiro sangre pura, que era el líder de toda la raza vampírica, llamado Kaname Kuran-
Hoy día sera una linda noche.
- Susurró para así mismo, vislumbrando a lo lejos la luna que se encontraba en el firmamento, varias nubes adornaban el hermoso panorama. Hoy día su misión era eliminar algunos vampiros de clase E, reunirse con algunos cazadores y sin olvidar de ir a ver a su adorada y amada hermana Yuuki. Su corazón se sintió afligido, quería verla, pero no debería de descuidar sus actividades que debería de hacer. -
-Transcurrían los minutos imparables, Él sabía que su hermana iría en búsqueda de el mitad vampiro, quería revelar su nueva existencia. Aunque odiaba admitirlo con todo su ser, ella guardaba en su corazón a ese ser. El purasangre no quería que alguien más estuviese con su amada no quería que alguien más la tuviese, tal vez era amor o tal vez era capricho. Incluso podía ser miedo a la soledad.
Salía del recinto donde habían aguardado todo el puñado de vampiros, conocido como “el consejo”. Él estaba limpio, sin una mancha de sangre sobre su atavío. Era pulcro a la hora de asesinar. Pronto terminaría su misión, pronto estaría con ella en paz. Por ahora confiaba en que Kiryuu cuidase bien de la pequeña, después de todo estaba más que seguro que la pendenciera Yuuki se había escabullido de sus compañeros, ella buscaría estar con el peliplata con o sin su permiso.-
Mi pequeña Yuuki, pronto estaré junto a ti. Te lo prometo. –Susurró para nadie en particular, a sí mismo tal vez, ya que, por más que sus corazones estén conectados no es que ella pudiese oír la voz del ojipardo. -
Discúlpame Yuuki, discúlpame por traerte nuevamente a éste mundo de sed. –Sucumbió clemente. Expuso su cuello, ella podía beber su sangre las veces que quisiera y necesitase. Nadie más que él estaría dispuesto y agradecido de hacerlo. El calor abrasaba a los cuerpos como un fuego arrebolado y vivo.
Luego ella cayó, le tomó de la cabeza como una recién nacida y no era nada alejado a la realidad. Realmente era nueva en esa especie, él sería su guía después de todo. Le cuidaría y protegería como el amante que es, eligiese ella o no permanecer con él en el resto de su eternidad. Observó su rostro, tan precioso que irradiaba una luz revigorizada. Suspiró, una gran bocanada de aire que reflejaba su ansiedad; finalmente ella había despertado, al fin tenía entre sus manos a la mujer Kuran.
La llevó entre sus brazos hasta el interior del recinto, en el camino se encontró a sus compañeros que alarmantes al verla ella moribunda en las manos de él quedaron ensimismados y sorprendidos.
“¿Qué le pasó…?” Preguntó la joven Ruka, quién observaba desde un rincón la escena, pero fue interrumpida de inmediato por la voz del mejor amigo y confidente de Kaname: Hanabusa Aidou. “¿Ella es tú…?”
Él solo se limitó a asentir, no se detuvo ni un segundo sino hasta que llegó a su habitación, colocó con delicadeza la delgada figura de su hermana acomodándola con suavidad entre las colchas y almohadas. Él se quedó sentado en el borde de la cama y acarició el rostro de la dama, apartando los mechones pardos de su cara y así contemplar su belleza.-
Yuuki. –Susurró después se puso de pie e indició a dos de sus compañeros que la cuidasen con su vida. Luego de desaparecer por la puerta.-
