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En los extensos jardines, oculta de las miradas curiosas extendió su mano haciéndo aparecer un pequeño destello que poco a poco comenzó a tomar forma de una preciosa y pequeña mariposa azúl. El hada sonrió y cautivada observó su creación, perdida en el aleteo de ese diminuto ser que no dudo en descansar sobre su mano.
 
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NF1570724 · M
Un vacío pudo sentirse en la boca del estómago al escuchar el nombre de la familia real que dominaba en el momento —... ¡¿Pendragon?!— repitió en voz baja... Un escalofrío recorrió su espalda, era extraño lo que ocurría, o mejor dicho, que estuviese en aquella famosa era Artúrica. "¿Qué significa esto? ¿Habré encontrado una línea telúrica directa hasta este tiempo?" Pensó mientras su agitada respiración se relajaba lentamente coincidiendo con las explicaciones que la doncella daba.

Las leyendas siempre dividían opiniones entre bueno y malo, si embargo, él comprendía distintos puntos de vista. Si de verdad se trataba de la autentica familia Pendragon y su hermano era el rey, entonces eso quería decir que aquella mujer ante sus ojos se trataba de.... —... ¿Entonces... es usted... el hada Morgan Le Fay... hermana de Arthur?— dijo suave y aún tratando de ocultar sus nervios, sabía que si hacía algo indebido, podía ocasionar lio
organLeay1569962 · 31-35, F
Parpadeó un par de veces sorprendida por la repentina y asustada reacción del hombre, llevó sus dos manos juntas a su vientre entrelazandolas y esbozó una sonrisa suave, gentil. —Estos jardines pertenecen a la familia Pendragon. — Aclaró antes de asentir con su cabeza. —Pero no le diré a nadie que ha llegado hasta aquí. — miró las ramas quebradas y la ropa hecha un desatre de aquel extraño visitante, por un lado se le notó molesta, ella cuidaba tanto ese jardín y por otro no evitó sentir un poco de inquietud por las heridas aunque él no parecía prestarle demasiada importancia.
—Le escoltare a la salida. Si alguien nos ve les diré que es un colega de estudios y hablaré con el Rey, mi hermano. Acerca de esto. —
NF1570724 · M
Con algo de trabajo se levantó y al lograrlo, sacudió sus ropas, notó aquellos lugares en la que las espinas pudieron rasgar la tela. —Oh cielos... me gustaba esta camisa.— comentó con algo de lastima. Al momento que terminó, observó a la doncella, parecía sorprendida. —Buscaba algo de aire fresco... aunque no pensaba que terminaría maltratado a las plantas y ellas a mí.— Despreocupado ajustó un poco sus gafas después de limpiar sus cristales pues también estaba algo sucios.

—Espera... ¿Zona real? ¿Me esta diciendo que la reina Isabel es dueña de este terreno también?— le miró con algo de terror en su mirada al saber el propietario de aquel bello jardín. era realmente un infortunio pues toda clase de invasión a la realeza implicaba un pase directo a ejecución. Llevó ambas manos a su cabeza en desesperación; luego, extendió ambas manos —¡N-No le diga qu-que estuve aquí, e-es más... ni-ni siquiera existo, imperdonable mi ignorancia... no lo volveré a hacer!—
organLeay1569962 · 31-35, F
Se encontraba inmersa en la mariposa que agitaba sus alas sobre su mano, pareciera incluso que había guardado la respiración con la intención de no asustarla a pesar de que está era su creación. Fue un ruido estrepitoso, alguien cayó justamente saliendo del muro de vegetación que se levantaba dividiendo los límites del jardín y fue ese momento en el que la joven Pendragon se giró asustada haciendo que esa preciosa mariposa azúl desapareciera.
Parpadeó un par de veces cayendo en cuenta de lo que veía y siguiente a esto retrocedió. — ¿Que es lo que hace aquí?...— llamar a la guardia real acabaría alertando a todo el castillo, una oportunidad le daría para salir de ahí. Ella misma podía encargarse. — Esta invadiendo una zona real. — señaló sin acercarse al extraño.
NF1570724 · M
Lentamente batallaba entre los arbustos por avanzar, no sabía si se adentraba o si salía, por un instante aquel deambulaba por algún bosque inglés tras separarse de su grupo turístico, cercano a las famosas ruinas de Gadstonburry, pues a veces, estar con mucha gente resultaba agotador.

Llegó un punto en el que aquella caminata lo llevó a perderse. Bien se dice que hay lugares en la naturaleza que ni el mismo hombre puede comprender y toda lógica comienza a perder toda validez. Entre arañazos de las mismas ramas que parecían defenderse de aquel peculiar intruso, algunas habían logrado rasgar algo de sus prendas, incluyendo el abrir un poco sobre su piel con leves y finas cortadas que aquel hombre no tomó mayor importancia. —¡Woah!— exclamó al tropezar, pudiendo salir de aquella red de arbustos y enredaderas que parecían ser una barrera de aquel jardin y el mundo exterior.

Había caído al suelo, pudiendo interponer sus manos para evitar lastimar aún más su rostro.

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