[code]Cerró la mirada cuando escuchó esa propuesta. La bovina no tenía madera para estar en un campo de batalla, pues la crueldad y brutalidad que se sentía ahí era difícil de sobrellevar. No obstante, el cazador sabía muy bien como usar las piezas que tenía a su disposición. El liderazgo de su antigua brigada seguía marcada sobre su alma, sin duda le daría un buen uso a futuro.— Serás de ayuda, sí. Pero todo a su debido tiempo, Moona. —deslizó el tacto de la zurda sobre el rostro ajeno, entregando una caricia que recorrería todo el costado izquierdo hasta bajar al hombro. De ahí, y sin titubeos, se dirigió al centro del colosal pecho para reposar la mano.— Por ahora, disfruta de esta tranquilidad. [/code]