—Y ella no se movió ni parpadeó aunque sus labios temblaban. Lo esperaba, como los tantos que recibió antes del pacto, antes de huir y empezar de cero—
Hazlo... —Murmuró, al fin apartando la mirada de él para coger mini Romm en sus manos.—
Bramó. Volátil, empuñó una mano y tiró un golpe hacia la cabeza de la chica.
... Pero no lo aterrizó; se quedó, sin mentir, a viles centímetros. Pudo percibirse el vientecillo que generó el impulso. Maldiciendo por lo bajo, deja caer la mano a su costado.
—Su impulso le hace sujetarle también por la cintura arrastrándolo con ella o al menos no saliendo volando— ¿Estás contento ahora? —Preguntó, con coraje y los ojos húmedos pero no cedió.—
