Los Dioses también se molestan.

Ellos ven con decepción a los humanos pues ahora sus hijos ya no son los seres indefensos que juraron proteger, sus creaciones son ahora el verdadero problema, plagas devastadoras de vida que disfrutan de la agonía de su máxima obra, la tierra. Se dice que cuando los Dioses se molestan lo aniquilan todo y comienzan de nuevo una y otra vez hasta que algún día sus hijos sean perfectos. Pero antes deciden mandar a su instrumento, centinela o títere que los observe y cambie el rumbo de ciertos eventos para determinar si la humanidad va por el camino correcto o no.