Se había posado sobre sus rodillas, esperando por el veredicto, así mismo le invadía un sentimiento de vergüenza al tener las manos vacías en el momento y no poder ofrecer de manera inmediata aquella ofrenda que tanto prometía. Una vez escuchó el veredicto de su adversa, este inclinó con gran humildad su cuerpo en una reverencia como agradecimiento.

— Muchas gracias, he de volver a cruzar por aquí y ofrecer lo que he prometido.

Sentenció para después erguirse sobre sus pies nuevamente y continuar con su camino.

Sus largos y finos cabellos plateados al igual que su haori se movían al compás del viento, suaves movimientos ondulados que incluso las ramas y hierba cercana seguía de la misma manera mientras las palabras del varón eran escuchadas por aquel enigmático ser

— Ya te hemos juzgado, que la verdad se encuentre en tus palabras...puedes pasar — la joven se hizo a un lado dejando suficiente espacio para que el forastero se adentrarse al mítico imperio de la alianza.

— Por esta ocasión dejaré que descanse la gracia de mi lengua, y sea a través de mi trabajo por el cual mis intenciones sean juzgadas, trabajo que incluso he de ofrecer a los dioses, esperando a que dichas creaciones sean dignas de ellos y sean de su completo agrado.

— Fuimos asignados para defender los contenedores sagrados de los Kamis creadores, Izanagi he Izanami...si eres un comerciante o forastero que busca reabastecerse puedes pasar, pero te advertimos que...si tienes otras intenciones serás aniquilado sin la oportunidad de reencarnar en otra vida...te estamos vigilando.