Ella inclinó el rostro, acercándose, con los ojos clavados como estacas en él, y su sonrisa se estiró en su cara como una línea fina, alzando las mejillas rosáceas. Se veía bastante sana y radiante en ocasiones, así como muchas veces su piel podía dar el aspecto de alguien que no veía el sol por semanas. -Muy bien. -Se alejó y de un salto bajó del muro- Primero ayúdame y después te enseñaré. Te contaré en el camino a la oficina del director.

-La escucho sin decir u hacer nada, simplemente quedo ahi, espectante de las actitudes de tan enigmática chica. Andi en el fondo le temía, le daba miedo su mirada tan profunda (te arrastraba).- Si quiero saber. -Sus labios apenas se abrieron al decir aquello, apenas fue audible. Solo le desconcertó lo que dijo luego- No somos iguales...tu eres Nanno.

-Los ojos marrones de la muchacha se clavaron en los ajenos y permaneció un silencio inerte e incómodo por lo que habrán parecido largos minutos. Demostraba indiferencia, pero su rostro, en perspectiva, daba a entender lo contrario, de por sí su actitud era extraña pero lejos de confundir a la gente, la atraía- Sí. Es verdad- Desvió su mirada, alzando el rostro, viendo ligeramente hacia arriba- Pero aún así quieres saber, ¿o no? -Sus ojos se entornaron para verle de soslayo; sonrió- Somos iguales, Andissiel.

Esa cara...-Frunció el ceño al sentirla otra vez tan cerca, Nanno rara vez no rompía su espacio personal, a pesar de que no eran amigos, estaban muy alejados de serlo.- Si que das miedo. -Aclaro, mientras se retiraba el cigarro de sus labios, ya consumido lo apago contra la baranda de la ventana.- ¿Tu enseñarme a robar? ¿No eras la alumna estrella?

Su expresión era calmada, casi cercana a ser fría; sin embargo, no quería verse intimidante para con los demás. Se dirigió hacia donde estaba Andissiel y dejó el bolso en el piso; tomó impulso y se sentó a su lado, con su espalda dando al vacío- No es primera vez que haces este tipo de cosas. -Le miró directamente al rostro- Pero si me ayudas, te enseñaré a ser más precavido.

Aquí estoy, como prometí. -Mencionó, sentado peligrosamente en la baranda de la terraza, aquella que dividía el tejado del exterior. Llevaba un cigarro en sus labios a pesar de su corta edad, y una bufanda azul en su cuello, parte de uniforme escolar. Sus pies se balanceaban y parecía que no tenia miedo en caer- ¿Que quieres? No tengo todo el día.