A lo que se subían a la alfombra pudo ver al estudiante que tanto había estado buscando Jamil y le causo algo de nervios ver la mirada que este le dedico. Esos ojos que transmiten un doloroso y severo castigo. - Entonces vamos al oasis. - Toco el hombro de Jamil para que al menos dejara eso de lado, no era muy amante de los castigos pero sabía que no podría evitar que al menos le diera un regaño.
- No seas tan duro con Rajid cuando regresemos... - Fue todo lo que dijo mientras iban volando en la alfombra hacia el oasis. Solo tardarían unos cuantos minutos hasta que llegaron. La alfombra descendió rápidamente dejando ver un oasis cristalino donde el sol empezaba a caer haciendo más fresco el lugar.
El tiempo que había estado Kalim buscando la alfombra, lo usó para empacar los dulces y todo lo necesario, y dejar la cocina limpia. Al reencontrarse con él, sonrió tranquilo, ya mucho más relajado que antes. Además, le gustaba más la idea de pasar tiempo afuera y a solas con Kalim. —Está bien, me dio tiempo de alistar todo. Vamos.
Al salir del dormitorio, pudo ver a Rajid hablando muy animado con un compañero del dormitorio, uno nuevo, con el que sabía que tenía más allá de una amistad. La mirada de Jamil le cayó como un rayo, porque aquello no justificaba su falta de compromiso.
Pero no hizo más que asesinarlo con la mirada, luego se encargaría de él. Por lo pronto, se dirigió al oasis con Kalim.
- Es una excelente idea. Entonces iré a la bóveda del tesoro por la alfombra. - Se fue a toda prisa por la alfombra aunque tardo unos minutos porque la alfombra siempre solía ocultarse entre las monedas de oro que había en esa habitación.
Pero apenas la encontró la enrollo y la llevo con Jamil. - Perdona la demora, no se por que tiene la manía de esconderse cada vez que la necesito, es demasiado juguetona. -
Verlo tan contento calmó un poco su frustración; realmente Kalim era fácil de complacer y verlo feliz era todo lo que había buscado esa noche. Sin embargo, no estaba satisfecho.
—Se lo pedí hace horas, no creo que sea eso. Podría haber ido en su escoba. —Era exigente con Rajid, tanto como lo era con todo lo demás. Pero aquel pensamiento le dio una idea—. Vamos tú y yo en la alfombra. Llevamos lo que preparé y comemos en el oasis.
De solo escuchar que le tenía preparada esa sorpresa se lleno de alegría, era tanta que desbordaba en su mirada. - Jamil... ¡Muchas gracias! Que te tomaras esas molestias para darme una sorpresa... no lo esperaba pero me hace muy feliz. - Su rostro mostró una enorme sonrisa, en el interior estaba feliz de que se hubiera equivocado, cuando lo vio molesto pensó que había hecho algo mal pero se precipito en pensarlo. - Los dulces que tu haces son deliciosos, así que los esperare ansioso. Seguro Rajid llegará pronto, el oasis esta lejos y tal vez se demoró en el trayecto. -
Estaba algo desanimado, no le gustaba que las cosas salieran como lo planeaba, así que simplemente le dijo todo a Kalim, ya la sorpresa no sería sorpresa.
—Le pedí que trajera los cocos del oasis, mientras yo hacía bocadillos en la nueva cocina. Estos días crecen los más dulces... Quería sorprenderte con un poco de agua de coco y algo de comer... —Admitió, con la mirada desviada. Era vergonzoso que todo haya sido para nada.
¿Rajid? Lo siento no lo he visto pero... - No pudo terminar de responder la primera pregunta porque Jamil empezó a formular más interrogantes, ¿Acaso estaba enojado por lo del otro estudiante? En cierta forma eso le hizo sentir un poco más de alivio, pero ¿Qué pudo pedirle para que estuviera así de enojado? - En este momento estoy libre, de hecho iba a ver si alguien estaba libre para practicar un poco mi magia pero creo que todos están ocupados. ¿Necesitas que te ayude en algo? - Pudo notar el gesto de frustración dibujado en su rostro, seguramente tenía que hacer algo importante pero estaría feliz de poder ayudarle en lo que le pidiera. - Pero puedes decirme ¿Qué le pediste a Rajid? - Preguntó un tanto curioso pues no recordaba que hubiera algo importante que hacer.
—¡Kalim! —Casi no lo dejó terminar de hablar, de lo impaciente que estaba—. ¡¿Dónde está Rajid?! Le encargué algo hace horas y no que aparece. —Le preguntaba por uno de sus compañeros de dormitorio que ambos conocían bien. Él solía ayudar a Jamil con ciertas cosas pequeñas, cuando todo se volvía insostenible para él.
Sin embargo, apenas preguntó por él, suspiró pesado, relajando más su expresión. —Da igual, ya no importa, ya estás aquí. Tenía que llegar antes que tú. Rayos... —El último quejido lo masculló—. ¿Qué vas a hacer ahora? ¿Estás desocupado? —Preguntó, todavía un poco frustrado.
Había estado tan metido en sus pensamientos que no se dio cuenta de que Jamil estaba cerca y que incluso tropezó con él, pero cuando regreso la vista al escuchar que decía su nombre se quedo frío como si se le congelaran las piernas por el miedo. - Jamil?... Ahmmm que tienes? Por que tienes esa expresión de enojo? - No se atrevió a preguntar más, conocía bien las expresiones que tenía cuando estaba de mal humor. Tal parece que sus temores persistían y Jamil había vuelto a ser esa persona llena de enojo.
Gruñó por lo bajo, había algo en su mente que lo estaba molestando mucho. Sin estar del todo atento a dónde iban sus pasos, tropezó con alguien, a quien volvió a ver alterado. Sus ojos pesados y su mirada oscura se posaron sobre él: era Kalim. Eso lo hizo fruncir el entrecejo con impaciencia. —Kalim... —Murmuró molesto, caso en un gruñido.