Ante las palabras de Kalim, bajó un poco la mirada. Ya no eran los niños de antes y mucho había cambiado en él tras las injusticias vividas. Sin embargo, pronto comenzaría la escuela de magia y todo cambiaría para él. Tal vez podría ser más igual a Kalim y le volvería a gustar estar con él.

La mujer lo soltó y se alejó, y él colocó sus manos detrás de su cuerpo. —¿Empezamos ya con tu repaso de matemáticas? —Preguntó a Kalim, desviando por un momento la mirada hacia la mujer que hacía segundos estaba con ellos.

— Madre, todo estará bien, Jamil siempre me ha cuidado y siempre estará a mi lado asi que no debes preocuparte. — Fue todo lo que pudo decir a su progenitora en ese momento. Siempre había sido mimado por su familia al ser el primer hijo, asi que era normal que su madre lo tuviera tan pendiente pero él confiaba en Jamil a ojos cerrados, y sus padres tambien. Sabía que estaría en buenas manos.

Asintió a la petición de la señora Asim, bastante nervioso mientras sentía sus manos apretadas entre las cálidas de ella. Miró a Kalim que sonreía amplio, como siempre, y luego de vuelta a su madre. Por alguna razón no quería contestar, pero sus padres siempre le decían que era una obligación verbalizar sus asentimientos a un Asim que le hablara directamente. —S-Sí, lo cuidaré. —Trató de decir con la mayor seguridad posible.