—Kalim. —Lo llamó, pues lo había dejado solo todo el día, excepto durante las horas de las comidas, que quizás para disgusto de Kalim, había exigido probar primero los bocados de lo que él no había preparado. En cuanto al resto de las actividades, lo había dejado a sus anchas, y él había estado a las suyas.

Ahora, al llegar frente a él, le entregó tres papeles: uno de la clase de alquimia, otro de la clase de encantamientos antiguos y otro de la teórica de deportes. Los tres eran evaluaciones que él había hecho y en las tres había sacado la máxima nota.

—Si quieres seguir siendo el líder del dormitorio, será mejor que me superes, porque haré todo por tener lo que quiero. —Lo último se lo dijo con marcada determinación; no sólo refiriéndose al dormitorio, sino al mismo Kalim. Si Kalim quería que le demostrara que decía la verdad, así lo haría.

(+++)